Lavapiés protesta contra los grandes propietarios para evitar desahucios

La situación con los pisos turísticos y los grandes propietarios en Lavapiés parece estar en un punto crítico. Cada vez es más común ver la zona llena de carteles y grafitis protestando contra su presencia en el barrio, y de protestas tratando de evitar cualquier tipo de desahucios, más allá de la situación específica. Es una situación emblemática dentro del caos de la vivienda en Madrid, y en el que se muestra la molestia de los vecinos por los precios tan altos, no solo del alquiler, sino también de los costos del día a día dentro de la zona. 

El caso más reciente, con la protesta para evitar el desahucio de Zohra, que tiene 10 años viviendo en la Calle de la Zurita 31. La intención de la protesta es retrasar la situación, pero el juez mantiene la orden de Desahucio, lo que hace que sea cuestión de tiempo. Aun así más allá del drama del caso específico, una familia con un niño de 8 años que por sus ingresos actuales no consigue opciones dentro de la ciudad en la que trabaja el caso de Lavapiés señala también la molestia de las grandes ciudades, y aunque por momento pueda tornarse en rechazo a turistas y empresarios el drama de las familias hace que se entiendan los motivos de la molestia. 

Es que Lavapiés se ha vuelto un barrio de migrantes, con una alta presencia africana y marroquí, además de latina, y casos como el de Zohra se ven de forma continua. Las protestas de los vecinos además reaccionan a las estrategias normales de los desahucios, hacerlos lo más temprano posible para evitar la molestia vecinal, esperando en la mañana y acompañando la zona. 

Lo cierto es que hace poco el barrio perdió una de estas peleas. El caso de ‘La Canica’, un viejo barrio tomado por organizaciones vecinales, se había vuelto especialmente emblemático, pero hace nada su entrada fue cubierta de ladrillos y se pusieron rejas en las ventanas para evitar entradas sin permiso. 

LOS ‘TRAFICANTES DE SUEÑOS’ QUE PELEAN POR QUEDARSE EN LAVAPIES

Aunque las viviendas son los casos más dramáticos, no son los únicos. El caso de la librería Traficantes de Sueños, es también emblemático. Tras 10 años en su local en Duque de Alba, 13, se llevaron el susto de la posibilidad de perder el espacio y que este se convirtiera en otro piso turístico de la zona. Aunque de momento, como la librería lo anuncia en sus redes sociales, ya han pasado el susto pagando las arras de la propiedad, que comentan se le han vendido por debajo del precio. 

Pero lo cierto es que la situación tuvo eco en medios y redes sociales. La realidad es que es una representación más que evidente del problema en el barrio, y de un caso en el que solo la ayuda de los vecinos y compradores de la librería pudieron evitar que se perdiera el espacio. En cualquier caso, tanto este caso como el de Zohra muestran la delicada situación del barrio, que si no se estudia de forma adecuada puede seguir aumentando la tensión. 

UN BARRIO POLITIZADO Y COMPLICADO 

Por ahora la situación en el barrio no parece que vaya a cambiar. Aunque el mes de agosto puede servir para que se calmen un poco las aguas por unos días gracias a las fiestas de La Paloma y San Cayetano es evidente que el problema seguirá de momento, sin la intención de la Comunidad de Madrid de apostar por una estrategia de zonas tensionadas, que además ha fracasado en Cataluña, y con el nulo interés de empresas como Airbnb de evitar la presencia de pisos turísticos sin licencia en estas zonas, la situación de momento puede seguir empeorando. 

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Por ahora el otro problema es que los vecinos empiezan a señalar a los turistas. Más allá de la presencia de pisos turísticos en una crisis, como está lo cierto es que Madrid y España dependen en buen nivel de estos visitantes, y además de ser un problema inmediato, si los vecinos empiezan a ser hostiles con ellos puede transformarse en otro tipo de crisis a largo plazo.