España es un país lleno de maravillosos lugares, entre ellos alguno que otro pueblo fantasma que destaca por su belleza inalterable. Uno de esos ejemplos es Granadilla, que está ubicado en Cáceres y mantiene su arquitectura tradicional, como si el tiempo nunca hubiese pasado. Este lugar cuenta con una historia fascinante y un encanto peculiar que lo convierte en un destino intrigante para los amantes de la historia y la aventura.
Fundada por los musulmanes en el siglo IX, Granadilla tiene una larga historia marcada por diversas civilizaciones. Durante siglos, el hoy ‘pueblo fantasma’ fue un enclave importante debido a su ubicación estratégica y su fortificación, lo que le permitió resistir ataques y jugar un papel significativo en las disputas territoriales.
Sin embargo, la historia moderna de Granadilla dio un giro drástico en 1955, cuando el pueblo fue expropiado y evacuado a causa de la construcción del embalse de Gabriel y Galán. Las autoridades temían que las aguas del embalse inundaran el pueblo, por lo que sus habitantes fueron obligados a abandonarlo. Curiosamente, el nivel del agua nunca alcanzó el pueblo, y Granadilla quedó aislada en una península, lo que la convirtió en un pueblo fantasma.
1Visitar un pueblo fantasma
Hoy en día, Granadilla se ha convertido en un sitio de interés turístico y cultural. El acceso al pueblo es libre, aunque está restringido durante ciertas horas y períodos del año. Al recorrer sus calles, los visitantes pueden observar cómo la naturaleza ha reclamado parte del terreno, pero también pueden ver los esfuerzos de restauración que han permitido mantener muchas de las estructuras originales.
Entre los puntos más destacados de este ‘pueblo fantasma’ está su muralla, una fortificación que rodea el pueblo y ofrece una vista impresionante del entorno y del embalse. Pasear por ella es una experiencia única que permite imaginar cómo era la vida en esos tiempos pasados.
El castillo, su iglesia y las casas también guardan ese encanto de épocas antiguas. De hecho, Granadilla también es conocida por albergar programas educativos y de voluntariado, que buscan no solo preservar el pueblo sino también educar a las generaciones más jóvenes sobre la importancia del patrimonio cultural y la historia.