Desde que su relación con el entonces príncipe Felipe comenzó, para nadie es un secreto que la reina Letizia enfrentó grandes desafíos; no saber nada de protocolo, ser una mujer divorciada y no pertenecer a la aristocracia, fueron solo algunos de los impedimentos que debió sortear hasta que logró convertirse en lo que es ahora, la reina consorte de España y una de las royals más elegantes.
Al ser una mujer saludable en general y solo tener como problemas el neuroma de morton, es probable pensar que la reina no ha tenido necesidad de ser atendida por diferentes especialistas; no obstante, uno algo curioso tuvo que entrar en su vida a petición de la Casa Real.
1La transformación de una periodista
Antes de convertirse en reina, Letizia Ortiz Rocasolano era una destacada periodista. Nacida en Oviedo en 1972, su carrera en el periodismo la llevó a trabajar en medios prestigiosos como CNN+ y Televisión Española. Esta experiencia le proporcionó una base sólida en comunicación y manejo de la información, habilidades cruciales para su futuro papel en la realeza.
Sin embargo, ser reina requiere más que habilidades periodísticas. Letizia tuvo que adaptarse a un mundo completamente diferente, donde cada palabra y cada gesto son analizados minuciosamente. La transformación de periodista a reina implicó una preparación exhaustiva y multifacética, que incluyó desde aprender protocolos reales hasta perfeccionar su presencia pública.