Con la empresa Polar Night Energy a la vanguardia, Finlandia continúa progresando en el uso innovador de la batería de arena para el almacenamiento de energía. Este sistema permite almacenar electricidad en forma de calor, que luego puede ser utilizado para satisfacer diversas necesidades locales, como agua caliente, calefacción e incluso vapor para aplicaciones industriales.
1Existe una batería de arena que calienta a pueblos enteros
El sistema es relativamente sencillo, pero no por ello menos asombroso. Utilizando un silo lleno de arena o materiales similares, el edificio convertido en batería cuenta con tuberías de transferencia de temperatura que transforman la electricidad en calor. Este calor puede ser transferido como energía cuando sea necesario.
La idea surge de la necesidad de almacenar de manera fácil, económica y sin generar contaminación adicional, todo el excedente de energía producido por fuentes eólicas y solares cercanas. El sistema puede alcanzar temperaturas de hasta 1.000 grados, suficientes para generar energía térmica útil para diversos fines. Sus creadores aseguran que los costes y la necesidad de materiales hacen de este invento una opción tan eficiente como recomendable, especialmente considerando que pueden construirse bajo tierra para aprovechar mejor el terreno.
La primera batería de este tipo, con una capacidad de 8 MWh y 100 kW de potencia de calefacción, ha estado en servicio desde 2022 en la red de calefacción de Vatajankoski. Ahora, la compañía ha asegurado una inversión de más de 7 millones de dólares y planea construir una batería de arena a escala industrial en Pornainen, con 100 MWh de energía térmica y una capacidad de proporcionar 1 MW de potencia de calefacción. Esta batería será suficiente para calentar la ciudad durante una semana en pleno invierno y hasta un mes durante el verano.
El precio de la energía ha experimentado un crecimiento significativo en España y en todo el mundo en las últimas décadas. Este incremento ha sido impulsado por diversos factores, desde el aumento de la demanda hasta las tensiones geopolíticas, pasando por los costos de producción y la transición hacia fuentes de energía más sostenibles.
En España, el precio de la energía ha visto fluctuaciones notables, con una tendencia general al alza. En la última década, varios factores han contribuido a este aumento. La dependencia del gas natural y otros combustibles fósiles, cuyos precios han sido volátiles, ha sido un factor clave. España importa gran parte de su gas, y los precios internacionales de este recurso han afectado directamente a los costos energéticos en el país.
Además, las políticas medioambientales y la transición hacia energías renovables también han tenido un impacto. Mientras que la inversión en energías renovables es esencial para combatir el cambio climático y reducir la dependencia de los combustibles fósiles, los costos iniciales de estas tecnologías pueden ser elevados. Las subvenciones y los incentivos para fomentar su adopción también pueden repercutir en los precios de la energía.
A nivel mundial, el panorama no es muy diferente. El crecimiento económico global ha impulsado una mayor demanda de energía. Países en desarrollo, como China e India, han visto un aumento significativo en su consumo energético a medida que sus economías se expanden y sus poblaciones urbanas crecen. Esta creciente demanda ha presionado los precios al alza.
Las tensiones geopolíticas también han jugado un papel importante. Regiones ricas en recursos energéticos, como Oriente Medio, han experimentado conflictos que han interrumpido el suministro de petróleo y gas. Estos eventos suelen provocar picos en los precios del crudo, lo que a su vez afecta a los precios de la energía en todo el mundo. Además, las sanciones económicas a países productores de energía, como Rusia, han tenido repercusiones en los mercados energéticos globales.
El cambio climático y las políticas ambientales han llevado a una reconfiguración del sector energético. La necesidad de reducir las emisiones de carbono ha impulsado la adopción de energías renovables, pero esta transición no está exenta de costos. Las infraestructuras necesarias para la energía solar, eólica y otras fuentes renovables requieren inversiones significativas. Además, la integración de estas fuentes en las redes eléctricas existentes puede ser un desafío técnico y financiero.