Irlanda, destino predilecto de los europeos para aprender inglés en secundaria

La Historia nos enseña que nada dura para siempre. La última prueba la tenemos en el panorama de los estudios internacionales: la tradicional hegemonía británica como destino de estudiantes de secundaria para aprender inglés está siendo puesta en entredicho por el país vecino y eterno rival en la materia, Irlanda.

Las agencias especializadas en programas de estudios internacionales para estudiantes de secundaria como iEduex confirman que, mientras otras plazas para estudiar inglés en el extranjero siguen manteniendo su popularidad de siempre (en especial Estados Unidos y Canadá), en el derbi europeo parece que Irlanda está dando la vuelta a la historia. ¿Cuáles son las claves para explicarlo?

Otra secuela del Brexit

El primero y más evidente de los factores que han provocado un significativo descenso de la presencia de estudiantes internacionales en el Reino Unido (también en educación superior, con bajadas que alcanzan el 50 %; no hay datos para la etapa de secundaria) es fácil de sospechar: la salida del Reino Unido de la Unión Europea y el aumento de los requisitos burocráticos.

Así, si bien el Reino Unido sigue siendo un destino de primer nivel, manteniendo una gran capacidad de atracción en países como China, India o Nigeria, para los estudiantes originarios de los países de la Unión y sus familias las barreras aparecidas en 2021 (en cuestión de tramitación de visado, obtención de asistencia sanitaria y convalidación de estudios) han hecho que se lo piensen dos veces.

No obstante, sigue siendo perfectamente posible ir a estudiar un curso académico de secundaria a Inglaterra para cualquier estudiante de la Unión; simplemente requiere un poco más de paciencia con el papeleo (y tal vez el pago de alguna tasa más). Por tanto, el éxito de Irlanda tiene que basarse en razones más profundas.

La baza ganadora de Irlanda: la excelencia educativa

Podemos señalar, como elemento capital que ha contribuido a este cambio en la Isla Esmeralda, la altísima calidad de la educación irlandesa. Se constata fácilmente por ejemplo en el último Informe PISA, de 2022, donde clasifica undécima del mundo en matemáticas y ciencias y segunda en comprensión lectora; siempre por delante del Reino Unido.

En el flexible modelo educativo irlandés, el estudiante tiene un número mínimo de asignaturas troncales y amplia libertad para definir su itinerario a través de optativas; buena parte de ellas son prácticas y se orientan al desarrollo personal y profesional. Pero lo que más llama la atención suele ser el transition year, un año entre la secundaria y el bachillerato para explorar posibilidades (y el momento perfecto para una estancia de estudios allí).

En el fondo de todo esto está el envidiable patrimonio cultural irlandés, en un sentido amplio. Es decir, las costumbres culturales, las tradiciones literarias y musicales, el influjo gaélico, etc. contribuyen a crear un “carácter nacional” (si es que tal cosa existe) tan reconocible y atractivo como las abadías medievales, los paisajes rurales y las cosmopolitas ciudades.

El fin del síndrome del vecino pobre

¿Ciudades cosmopolitas? Es que Irlanda ya no es lo que era. Si nos remontamos unas cuantas décadas en el tiempo, Irlanda era sinónimo de pobreza y atraso en todo el continente. Arrastraba, aparte de una anemia económica crónica, el complejo del país colonizado, siempre a la sombra del amo británico, incluso en el idioma.

En los tiempos mozos de los padres que hoy se plantean enviar a sus hijos a estudiar un año académico al extranjero, Irlanda ya se había convertido en un sólido destino para estudiar inglés (en especial en estancias de verano), pero era considerado algo así como low cost; su principal aliciente era económico (simplemente, era más barato que hacer lo mismo en el país de al lado).

Hoy, la “marca Irlanda” es todo lo contrario. Es el milagro económico europeo en lo que va de siglo XXI; es un destino turístico y cultural de prestigio mundial; es el mismo país lleno de encanto que aquellos estudiantes, hoy madres y padres, conocieron de primera mano, pero que ha sabido sacudirse la etiqueta de segundón para convertirse en la primera opción de la mayoría de los estudiantes europeos que eligen quedarse en el continente a estudiar un año en inglés.

En definitiva, y desde la óptica de los estudios internacionales en secundaria, la de Irlanda es la historia de un país que ha sabido poner en valor sus recursos (un rico patrimonio natural y cultural, un sistema educativo con personalidad y resultados, un acento inglés muy asequible, etc.) para convertirse en uno de los mejores sitios para aprender inglés que quepa imaginar. Y que además nos pilla cerca.