El yihadismo ‘low cost’ caracterizado por la posibilidad de cometer atentados de bajo coste con escasa planificación y la captación de menores de forma virtual representan las principales amenazas desde la óptica de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado españoles cuando se cumplen diez años de la proclamación del Califato de Estado Islámico (ISIS o Daesh) en Siria e Irak.
«Lanzaron una amenaza a Occidente para la que no estábamos preparados», rememoran desde la Comisaría General de Información (CGI) de la Policía Nacional en declaraciones a Europa Press, al ser preguntados por la proclamación en 2014 de Abu Bakr al-Baghdadi como ‘califa’ de todos los musulmanes.
A continuación, se contabilizaron más de 200 desplazados desde España, algunos con la nacionalidad española y otros muchos con vínculos en nuestro país, sea con residencia legalmente establecida o en situación sin regularizar, que se enrolaron en las filas de ISIS, en algunos casos viajando incluso con sus familias.
CALIFATO VIRTUAL Y RADICALIZACIÓN EXPRÉS
Diez años después, ISIS no cuenta con un referente porque desde al Bagdadi han muerto todos en diferentes operaciones militares, ni tampoco un ‘territorio-Estado’ bajo su pleno dominio político, militar y religioso.
En la Policía no dudan en señalar que la principal amenaza ahora la representa la zona del Sahel y, especialmente, el ISIS-K (Estado Islámico Jorasán), que abarca territorios desde Afganistán a Irán, al ser la facción que aglutina más seguidores radicalizados y disponer de una probada capacidad de atentar, como en el aeropuerto de Kabul en la evacuación de occidentales cuando los talibanes regresaron al poder o el perpetrado en la sala de conciertos en Moscú.
Tras la pérdida del control territorial en Siria e Irak, los expertos policiales hablan del relevo a través de lo que llaman el «califato virtual», la extensa red de propaganda yihadista online –atacada también en diversas operaciones policiales en España y otros países– que permite la «radicalización exprés» de numerosos fieles llamados a atentar con una idea muy básica: «atentar donde se pueda y como se pueda, con un cuchillo por ejemplo».
MENORES CON GRAN MANEJO DE REDES
«¿Es ahora más o menos peligroso ISIS que cuando existía el Califato? Pues depende», continúan los agentes de la CGI, que aluden a los actores individuales –o lobos solitarios– que actúan dentro de lo que se conoce como «terrorismo de bajo coste, por su escasa necesidad de preparación y de logística».
Desde el plano policial, las Fuerzas de Seguridad española también vigilan el aumento de menores radicalizados en el yihadismo. Como ejemplo citan la operación en enero en la que fue detenido e internado un joven en un pequeño pueblo de Sevilla, Montellano, que llegó a hacer pruebas con explosivos en un descampado.
De forma genérica, los expertos de la CGI trazan un perfil de estos menores radicalizados: la mayoría son nacidos en España de segunda generación con «una maduración incompleta» y un gran manejo de las redes sociales, donde contactan con otros amigos de su edad y consumen propaganda que exacerba su «victimización contra un Estado que no sería justo con los musulmanes».
TRES FACTORES EN LA CAÍDA DEL CALIFATO
El manejo de las redes sociales es clave porque los expertos de la CGI lo señalan como uno de los principales hitos de ISIS para que tuvieran capacidad de «internacionalizar el conflicto», principalmente con una propaganda de «gran impacto» en la que llegaron a mostrar vídeos con la decapitación de prisioneros para extender su mensaje de terror.
Desde la CGI apuntan a tres factores en la pérdida del Califato: la acción militar de los aliados junto con Rusia, la menor disposición de recursos económicos y, por último, que no hubo relevo de combatientes porque los niños nacidos en zona de conflicto no tuvieron ocasión de tomar el mando.
En este sentido, recuerdan la repatriación en 2023 a España bajo custodia policial de dos mujeres juntos a sus hijos, Yolanda Martínez y Luna Fernández, procesadas a su regreso desde Siria en la Audiencia Nacional por un delito de integración en la organización terrorista Estado Islámico, en concreto como integrantes de la Brigada Al-Andalus encargadas de introducir a otras mujeres conversas bajo una visión rigorista del Islam.
Los expertos de la CGI contrastan el retorno de estas yihadistas y sus niños con la ‘Operación Gala’, desarrollada en 2014 en los albores del autoproclamado Califato. Hubo nueve detenidos, entre ellos dos marroquíes encargados de reclutar a posibles terroristas dispuestos a marcharse a lugares de conflicto en un momento donde ISIS rivalizaba con Al Qaeda por hacerse con el liderazgo de la yihad global.
NIVEL 4 DE ALERTA DESDE 2015
«Apareció un Estado no reconocido con gran cantidad de armas y el deseo de acumular más territorio y llamar a sus filas a miles de terroristas», recuerdan, aludiendo al vacío que consiguieron aprovechar tras la guerra de Irak y hasta que en 2017 la coalición internacional liderada por EEUU recuperó gran parte de los territorios donde llegaron a imponer su autoridad en materia religiosa, política y militar.
La pérdida del control sobre el terreno donde querían imponer el Califato se tradujo en un «importante desencanto» y en que, en la actualidad, los seguidores de ISIS no cuentan con un líder al que seguir tras la muerte de al-Baghdadi. «Carecen de un referente», dicen en la CGI.
Los expertos en la seguridad del Estado mantienen desde junio de 2015 el Nivel 4 de alerta –sobre un máximo de 5– en España, con medidas complementarias de refuerzo policial tras el atentado de Hamás en octubre pasado y la escalada bélica de Israel en Palestina.
De hecho, ha habido detenciones como la de Melilla en marzo de un hombre que llamaba «al levantamiento en armas» contra la comunidad judía o en Tarrasa (Barcelona) en noviembre de un partidario de imponer la Sharia –ley islámica– entre continuas referencias de odio contra los colectivos judío y LGTBI.