Según el estudio realizado por la Fundación Mutua Madrileña en colaboración con el Equipo Mujer-Menor de la Guardia Civil, tres de cada cuatro niños y adolescentes (75,4%) han experimentado violencia sexual a través de dispositivos electrónicos. Estos datos reflejan la preocupante realidad a la que se enfrentan los más jóvenes en la actualidad, donde el entorno digital se convierte en un espacio propicio para este tipo de agresiones.
Las formas de agresión y consecuencias en menores de edad
Las formas de violencia sexual digital más comunes incluyen recibir imágenes con contenido sexual no solicitadas, mensajes insistentes para buscar una relación, comentarios sexuales no deseados y acceso involuntario a contenido pornográfico. Sin embargo, existen otras situaciones menos frecuentes pero igualmente impactantes, como la presión para enviar contenido sexual personal, el chantaje con difundir dicho contenido, ser espiado o controlado por terceros, entre otros.
Estas experiencias tienen un impacto significativo en la vida de los menores, especialmente cuando se trata de situaciones que vulneran su intimidad o su imagen. De hecho, el estudio revela que un 29,5% de los menores de edad que han sufrido violencia sexual digital han necesitado recurrir a ayuda psicológica para hacer frente a las consecuencias de estas agresiones.
El perfil de los agresores y contextos de agresión
Resulta alarmante constatar que en la mayoría de los casos (52,2%), el agresor en violencia sexual digital es conocido por la víctima y forma parte de su círculo cercano, ya sea como amigo, pareja, expareja, compañero de estudios o miembro de la familia. Sin embargo, también hay un porcentaje significativo de agresores que son desconocidos para la víctima, lo que pone de manifiesto la complejidad de este problema y la necesidad de abordarlo desde múltiples frentes.
En cuanto al impacto de estas agresiones en la vida de los menores, se destaca que aquellas que vulneran su intimidad o su imagen son las más perjudiciales, llegando a provocar un impacto grande o muy grande en la vida de los afectados. Es fundamental concienciar y educar sobre la importancia de la privacidad y la seguridad en entornos digitales para prevenir este tipo de situaciones y proteger a la infancia y la adolescencia.