El fin de las ayudas anticrisis ha llegado. El precio de la electricidad en España ha experimentado variaciones significativas en los últimos meses, situándose por debajo de 45 euros/MWh durante febrero, marzo, abril y mayo, lo que ha resultado en la aplicación de un IVA del 21% en lugar del 10% en las facturas de los meses subsiguientes.
A finales del año pasado, el Gobierno decidió retornar el IVA de la electricidad al 10% para 2024, con la condición de que, si los precios bajaban de una media mensual de 45 euros/MWh, el IVA subiría al 21% el mes siguiente. En junio, el precio medio de la electricidad ha subido a 53,27 euros/MWh, lo que prevé un IVA del 10% para las facturas de julio.
A pesar de esta bajada en el IVA, los consumidores enfrentarán un aumento en el impuesto eléctrico, que volverá a su valor habitual del 5,11%. Para una factura típica de 190 kWh consumidos al mes a 0,14 euros por kWh, el costo pasará de 50,89 euros con el IVA al 21% e impuesto eléctrico al 3,8%, a 46,84 euros con el IVA al 10% e impuesto eléctrico al 5,11%. Este cambio beneficiará más a los consumidores con tarifas fijas, quienes no verán reflejadas las fluctuaciones del mercado, pero sí se beneficiarán de la reducción de impuestos.
El fin de las ayudas adicionales destinadas a las familias vulnerables también repercutirá en las facturas de la luz. Los beneficiarios del bono social que disfrutaban de un descuento del 65% volverán a recibir una reducción del 25%, mientras que los consumidores vulnerables severos que contaban con un 80% de descuento verán reducido su beneficio al 40%. Esto incrementará significativamente el costo de la electricidad para estos hogares, que ya están bajo presión económica.
Las comunidades de vecinos también experimentarán cambios debido al fin de la prórroga de la Tarifa de Último Recurso (TUR) vecinal. Ahora deberán contratar el suministro de gas con una comercializadora del mercado libre, lo que podría resultar en tarifas más altas y menos predecibles. Este cambio agrega incertidumbre y potenciales aumentos en los costos para muchas comunidades que habían dependido de la tarifa regulada.
El mercado mayorista de electricidad, o ‘pool’, ha mostrado un aumento en los precios, que se espera que continúe durante los meses de verano. Para julio, se proyecta un precio medio de 73,75 euros MWh, lo que representa un incremento considerable respecto a los meses anteriores. Este aumento, combinado con el fin de las ayudas, significa que las facturas de electricidad serán significativamente más altas durante el verano.
Las empresas también se verán afectadas por el fin de la prórroga de la flexibilización temporal de los contratos de suministro de energía eléctrica y gas natural. La capacidad de modificar la potencia y las condiciones del suministro sin penalización se eliminará, lo que podría resultar en costos adicionales y menos flexibilidad para adaptarse a las fluctuaciones de la demanda energética.
Con la llegada del calor veraniego, el uso de aire acondicionado y otros aparatos eléctricos aumentará, lo que hará que las facturas de la luz se disparen aún más. La combinación de precios más altos y menos ayudas crea una situación difícil para muchas familias y empresas, que deberán buscar formas de reducir su consumo energético o enfrentar facturas considerablemente más altas.
La eliminación de las ayudas económicas y la subida de los precios de la electricidad han dejado a muchos consumidores buscando formas de ahorrar en sus facturas. Expertos recomiendan utilizar los electrodomésticos de alto consumo, como lavadoras y lavavajillas, en las horas más baratas, aunque este consejo solo puede mitigar parcialmente el aumento de los costos.
Finalmente, los consumidores que utilizan gas butano han visto una ligera reducción en el precio de las bombonas, lo que contrasta con los aumentos en la electricidad. Este ahorro en el gas puede ofrecer un pequeño respiro, pero no compensará totalmente los elevados costos de la electricidad que enfrentarán en los próximos meses.
El impacto de la eliminación de ayudas en las familias vulnerables y la tarifa regulada
La eliminación de las ayudas en las tarifas de luz y gas tendrá un impacto significativo en las familias vulnerables y en los usuarios acogidos a la tarifa regulada. A partir de junio de 2024, los sectores de ingresos bajos verán un aumento en sus facturas de electricidad del 99%, mientras que los de ingresos medios enfrentarán un incremento del 155,8%. Estos aumentos se deben a la reducción de los subsidios que el Gobierno ha aplicado, afectando directamente a los hogares con menos recursos.
Las familias vulnerables, que anteriormente se beneficiaban de mayores descuentos gracias al bono social, ahora deberán hacer frente a un aumento sustancial en sus gastos energéticos. Anteriormente, estos hogares pagaban menos del 5% del costo de generación de la electricidad, pero con la nueva normativa, pagarán el 22,5% del valor real del costo de la electricidad. Este cambio representa un desafío financiero significativo para aquellos que ya luchan por cubrir sus necesidades básicas.
El impacto no se limita solo a la electricidad. En el caso del gas, los sectores de ingresos bajos enfrentarán un aumento del 33% en sus facturas. La eliminación de las ayudas y la imposición de nuevos topes de consumo subsidiado significa que cualquier consumo por encima de los límites establecidos resultará en costos significativamente más altos.
En resumen, la eliminación de las ayudas y la implementación de nuevos topes de consumo subsidiado en las tarifas de luz y gas resultará en un aumento significativo en los costos energéticos para las familias vulnerables y los usuarios de la tarifa regulada. Estos cambios, aunque buscan ajustar los subsidios a los niveles de ingresos, representan un desafío considerable para muchos hogares que ya enfrentan dificultades económicas.
Finalmente, el Gobierno ha intentado mantener algunos beneficios para los usuarios que residen en zonas frías o que reciben la tarifa social, pero el impacto general de la eliminación de ayudas y los nuevos aumentos en las tarifas mayoristas será profundo y ampliamente sentido. Las familias y las empresas deberán ajustar sus presupuestos y hábitos de consumo para enfrentar estos cambios.
Aumento de impuestos y cambios en la regulación del mercado eléctrico
El 2024 ha traído consigo un aumento significativo en los impuestos relacionados con el mercado eléctrico. El Gobierno ha decidido revertir las reducciones temporales del IVA que se habían aplicado durante la crisis energética, aumentando el IVA de la electricidad del 5% al 10% y luego al 21%. Esta subida progresiva busca minimizar el impacto inmediato en los consumidores, pero representa un regreso a los niveles impositivos previos a la crisis.
Además del IVA, el Impuesto Especial de la Electricidad (IEE) también ha visto incrementos importantes. Este impuesto, que a finales de 2023 estaba en el 0,5%, ha aumentado al 2,5% con la llegada del nuevo año y seguirá subiendo al 3,8% en abril y al 5,11% en julio. Este impuesto se aplica sobre la potencia contratada y el consumo de electricidad, afectando directamente a las facturas de todos los consumidores.
Estos aumentos en los impuestos han generado preocupación entre los consumidores, quienes ya enfrentan altos costos energéticos. La recuperación del IVA al 21% implica que muchos hogares verán un aumento significativo en sus facturas de electricidad, estimado entre 7 y 10 euros adicionales por mes. Este incremento es especialmente oneroso para las familias vulnerables y aquellas con presupuestos ajustados.
Para mitigar el impacto de estos aumentos, se recomienda a los consumidores realizar un análisis detallado de sus necesidades energéticas y buscar tarifas que se ajusten mejor a su consumo. Ajustar los hábitos de consumo y adoptar medidas de eficiencia energética puede ayudar a reducir las facturas de electricidad, incluso en el contexto de mayores impuestos.
Finalmente, aunque estos aumentos en los impuestos y cambios en la regulación buscan normalizar el mercado eléctrico tras la crisis, es crucial que los consumidores y empresas se adapten a esta nueva realidad. La búsqueda de alternativas energéticas, la adopción de tecnologías más eficientes y una mejor planificación del consumo serán claves para manejar los costos y asegurar un suministro energético sostenible y asequible.