El Día Mundial Contra el Trabajo Infantil nos recuerda una cruda realidad: 160 millones de niños son víctimas de la explotación laboral en todo el mundo. La cosmética, a pesar de su imagen de belleza y cuidado, no escapa a esta problemática.
La sombra del trabajo infantil en la industria cosmética
Un reciente informe revela que la obtención de ingredientes para la elaboración de productos cosméticos está ligada, en muchos casos, a la explotación infantil. Menores se ven obligados a trabajar en condiciones peligrosas, e incluso mortales, para satisfacer la demanda de una industria que mueve millones.
Minerales como la mica, utilizada para dar brillo a sombras de ojos y labiales, se extraen en minas ilegales donde los niños arriesgan sus vidas a diario. «En las minas ilegales de la India y el Congo, los niños y niñas mueren en pozos mineros derrumbados mientras excavan en busca de minerales para estos productos», denuncian organizaciones como World Vision.
La trazabilidad en la cadena de suministro se vuelve, por tanto, crucial para garantizar que ningún cosmético sea fruto de la explotación laboral infantil.
La pobreza: principal motor del trabajo infantil
La pobreza es la raíz del problema. Empuja a las familias a tomar decisiones desesperadas, como enviar a sus hijos a trabajar para poder sobrevivir.
El 70% de los niños que trabajan lo hacen en la agricultura. Otros, son explotados en fábricas, en el servicio doméstico, o en formas aún más crueles como el trabajo forzado o la explotación sexual.
Las crisis como la provocada por el Covid-19 o los fenómenos meteorológicos extremos, derivados del cambio climático, no hacen más que agravar la situación, sumiendo a más familias en la pobreza y aumentando el riesgo de trabajo infantil.
Es necesario un esfuerzo conjunto de empresas, gobiernos y organizaciones sociales para revertir esta situación. La educación es la herramienta clave para romper el ciclo de la pobreza. Proteger a la infancia es responsabilidad de todos.