A pesar de los intentos de prohibirlo, y a pesar de que en la búsqueda de autónomos se pide que tengan su propio vehículo, se siguen viendo repartidores de Glovo y de Uber Eats que usan el servicio de BiciMad en lugar de comprar su bicicleta. Lo cierto es que dada que la tarifa plana del servicio son 10 euros al mes, tiene sentido económico, pero quienes lo hacen no cumplen con las normas de las aplicaciones, ni con las de la ley rider, que señalan que al contratar a los riders estás empresas, deben darles el material de trabajo necesario.
El problema, por supuesto, es por las cuentas alquiladas de forma ilegal. Muchas de ellas, como se ha contado en este medio, las operan usuarios que no tienen permiso de trabajo, que están recién llegados, y que no pueden comprar aún su bicicleta, y que pagando la tarifa fija un par de meses puede ser suficiente para ahorrar y comprarla. Es una situación delicada de enfrentar, tanto para el ayuntamiento, que sigue teniendo la normativa sobre el uso comercial de las BiciMad que aprobó Manuela Carmena en 2018, como para Glovo y Uber Eats, que no están en situación para seguir lidiando con sanciones.
Por qué es cierto que el porcentaje de repartidores que usan este tipo de opciones es cada vez menor por un motivo simple: Los repartidores ilegales hacen lo posible para esconder su situación. Desde el uso de mochilas de Just Eats, pasando por evitar algunas zonas de la capital donde hay una mayor concentración de policías, los repartidores que aún no tienen sus papeles aprobados siguen buscando formas de trabajar mientras esperan que la burocracia española se ponga al día con los procesos de regulación para los migrantes, que además les permitiría buscar otras opciones de trabajo además de las aplicaciones de reparto.
Es que debido a la exigencia de las plataformas, que piden que los repartidores tengan su propia bicicleta y que incluso venden algunas opciones de transporte a los usuarios como patinetes o bicicletas eléctricas. Hay motivos de sobra para no querer que sus repartidores usen un servicio público de forma comercial, incluso para las empresas de reparto, que no quieren que un usuario de BiciMad que la requiere para llegar a casa o a su lugar de trabajo, vea a un repartidor pasar varias horas en una bicicleta de uso público y que, por tanto, funciona no solo para crear sus ingresos sino los de la empresa.
EL MANTENIMIENTO DE LAS BICICLETAS DE BICIMAD NO CALCULA LAS HORAS DE TRABAJO DE UN USUARIO DE GLOVO
Lo cierto es que el uso de BiciMad por parte de un repartidor de Glovo no está calculado ni como parte del desgaste común del mantenimiento por uso, ni en el tiempo de duración de las baterías. Esa realidad es compleja para este servicio, pues el costo de mantenimiento puede subir si vuelve a aumentar el uso de este tipo de bicicletas de los repartidores, por lo que es importante tener en cuenta esta situación de cara a plantear el futuro del servicio.
Al mismo tiempo es un problema que, al menos para el ayuntamiento, se resolvería si se aplica la ley Rider. Si los trabajadores de Glovo, Uber Eats y demás empresas de reparto deben ser contratados, también se les debe entregar sus equipos de trabajo, lo que sería suficiente para evitar que las BiciMad fuesen necesarias para los repartidores. Aunque es posible que igual alguno la usara como solución en caso de emergencia, al menos mantendría el número bajo. Pero es bueno mencionar que debido a las limitaciones del servicio sigue siendo complicado usar las bicicletas de uso público para el servicio.
LA NECESIDAD DE DEVOLVER LAS BICICLETAS CONTROLA LA SITUACIÓN
Al menos de momento los repartidores tratan de evitar el uso de las bicicletas del ayuntamiento para controlar la situación. La necesidad de entregarlas, de forma obligatoria, en los puntos de anclaje hacen que sea la opción menos practica e, irónicamente, el crecimiento del número de repartidores, también ha hecho que haya una red más grande de ofertas entre ellos de bicicletas, cascos, mochilas y demás insumos necesarios para trabajar como repartidor, incluso si se hace con una cuenta alquilada sin el permiso de la plataforma.
En cualquier caso es una situación que se deriva del problema central de que los repartidores sigan siendo autónomos, y sigan funcionando sin un contrato fijo. Es una realidad que permite que se generen cientos de problemas al margen de Glovo y de Uber Eats, que estas empresas no pueden manejar al no tener una relación directa como los trabajadores que les permiten seguir operando en Madrid