La crisis de la alemana Delivery Hero, la empresa matriz de Glovo, ha sido también una oportunidad para sus competidores. Uber ha adquirido el 2% de las acciones de la empresa alemana, así como sus operaciones en Taiwán, pero para los repartidores la preocupación es que una alianza entre dos de las tres empresas más grandes del mundo en este sector, dejando por fuera la norteamericana DoorDash, pueden tener un efecto directo a la hora de negociar formas de pago, un problema directo ahora que en cada vez más países se hace la exigencia de que las aplicaciones digitales tengan una relación directa de laboralidad con los repartidores o conductores.
Es una denuncia que han compartido a través de su página el «sindicato», RidersXDerechos y que se ha repetido en el newsletter internacional del sector ‘The Gig Economy Project‘. Los riesgos de una relación de este tipo entre dos empresas del sector no dejan de ser especulación, de momento la inversión de Uber llega apenas al 3% de la matriz de Glovo, pero sí la crisis de Delivery Hero continua, sobre todo por las sanciones que caen sobre ella por su relación con los conductores, no es una situación cómoda para los repartidores, que siguen en el medio de una transformación de negocio que los deja en el aire.
Es que comprar el 3% de Delivery Hero también les da el 3% de su responsabilidad. En esa situación compleja del sector, que a pesar del éxito que sigue teniendo, y sobre todo el pico que alcanzó durante la pandemia a nivel internacional, debido a los confinamientos.
Además, debido al efecto estacional de su negocio, que suele sufrir con el buen clima de verano, les esperan meses complicados en la época estival, como ocurre todos los años, y aunque Uber puede superarlos más cómodamente por qué los grandes eventos y las fiestas sirven para contrarrestar el bajón en las entregas también es una realidad que este año, específicamente, tendrán que enfrentar períodos de huelga en Madrid además de la situación en Cataluña.
No es un buen panorama, y que en este caso sea posible que estas empresas de reparto deban negociar el primer contrato directo con los riders, en esta situación no es una buena noticia para ninguna de las dos partes. Después de todo, si algo ha demostrado Glovo es que prefiere seguir teniendo trabajadores autónomos, que finalmente son menos costosos que los contratos indefinidos, y la situación con Uber Eats no es especialmente diferente.
LA COMPRA OCURRIÓ EN UN MOMENTO DE CRISIS
La realidad es que es fácil ver la decisión de Uber como una forma de defender al negocio de delivery global, y, por tanto, una de sus grandes inversiones. Uber Eats es un complemento clave para la empresa de transporte, que sigue viendo el servicio de VTC o similar como el centro de todo su negocio, y la quiebra de Delivery Hero, que había mostrado dudas de poder seguir operando con el nuevo marco legal, o incluso de una de sus filiales como Glovo, pondría en duda el funcionamiento de este modelo de negocio.
En esa realidad es fácil pensar que esa relación con los riders es un problema que deben resolver de una forma u otra para continuar funcionando. De momento no es viable automatizar el servicio, por lo que siguen en la obligación de atravesar esta crisis y resolver la relación con los riders. Mientras tanto se siguen acumulando sanciones para la empresa, y dado que ya debían millones antes de la aprobación de la nueva normativa europea en el continente, y de la ley Rider en España.
GLOVO EN EL OJO DEL HURACÁN
Lo cierto es que si Uber se permitió hacer esta compra es también por qué no deben preocuparse de la carga reputacional de sumar a su cartera de inversión una empresa como Delivery Hero, y a sus filiales como Glovo. Es que a pesar de los titulares que sigue generando, la empresa siguen teniendo pedidos de forma constante, incluso si los cambios recientes en los costes de envío los han castigado más de lo esperado, por lo que no es imposible que asumiendo la subida de precios de contratar a los repartidores pudiesen seguir funcionando.
De cualquier modo, la realidad de los repartidores sigue siendo complicada mientras la empresa, ahora más poderosa gracias al apoyo de Uber, sigue decidiendo no contratar a los repartidores de forma continua. Es una posición que Glovo mantiene como política empresarial, asegurando una y otra vez que ven a sus trabajadores como autónomos e incluso permitiendo a través de su aplicación opciones como el subarrendar las cuentas de los riders, algo que pasa por encima del texto de la ley rider y de la nueva normativa europea de trabajo en plataformas digitales.