Y es que los delitos económicos son más frecuentes de lo que imaginamos. La Asociación Internacional de Especialistas en Fraude (ACFE) ha identificado desde 1988 los fraudes cometidos por empleados como un riesgo significativo para las organizaciones. Este tipo de delitos económicos afecta a empresas de todos los tamaños y sectores, causando pérdidas financieras y perjudicando su operación diaria. La encuesta de fraude de 2023 de la ACFE, que analiza 1.921 casos de fraude en 138 países, destaca la prevalencia de estos delitos y ofrece una visión detallada de cómo se cometen, detectan y previenen.
En el contexto de España, Marco&Co., miembro de la ACFE, realizó una encuesta en colaboración con 80 abogados penalistas, analizando 50 casos de fraude durante 2023. Los resultados revelan que los fraudes más comunes en el país incluyen la emisión de facturas falsas y el reembolso indebido de gastos, mucho más prevalentes aquí que a nivel mundial. Este análisis subraya la necesidad de adaptar las estrategias de prevención a las particularidades de cada región y sector.
Las diferencias en los tipos de fraude entre España y el resto del mundo también reflejan variaciones culturales y económicas. Mientras que a nivel mundial la corrupción entre particulares es más común, en España predomina la falsificación de servicios inexistentes y la compra de productos falsos.
El impacto económico de estos fraudes es significativo, aunque en España la defraudación promedio es menor debido a la prevalencia de fraudes menores, como el reembolso indebido de gastos y el robo de efectivo. Sin embargo, estos pequeños fraudes acumulados pueden tener un efecto devastador en la rentabilidad de una empresa, subrayando la importancia de implementar medidas preventivas robustas.
La prevención del fraude requiere un enfoque multifacético, incluyendo auditorías internas y externas, formación continua de los empleados y el establecimiento de canales de denuncia anónimos. Las empresas deben fomentar una cultura de transparencia y responsabilidad, donde los empleados se sientan seguros al reportar irregularidades. Además, la adopción de tecnologías avanzadas para el monitoreo de transacciones y la gestión de gastos puede ser crucial para detectar anomalías en tiempo real.
Los delitos económicos cometidos por empleados representan un desafío significativo para las empresas. Comprender las tipologías de fraude más comunes y las particularidades regionales es fundamental para desarrollar estrategias de prevención efectivas. Las organizaciones deben mantenerse vigilantes y proactivas, adoptando una combinación de políticas estrictas, tecnologías avanzadas y una cultura organizacional de integridad para protegerse contra estos fraudes y asegurar su sostenibilidad a largo plazo.
Los delitos económicos internos más comunes en las empresas
El fraude interno es un problema común y serio en muchas empresas, independientemente de su tamaño o sector industrial. Los empleados, aprovechando la percepción de falta de control, a menudo cometen delitos económicos que pueden tener consecuencias significativas tanto económicas como organizativas. La clave para enfrentar este desafío es entender los tipos de fraudes más frecuentes y cómo prevenirlos eficazmente.
Uno de los delitos económicos más comunes es el fraude documental. Este ocurre cuando los empleados presentan facturas o tiques que no cumplen con los requisitos reglamentarios. La duplicación de tiques y la presentación de documentos alterados también son prácticas habituales.
Otro fraude frecuente es el cronológico, donde los empleados manipulan las fechas de los tiques de gastos. Así, los gastos reportados no coinciden con los días en que realmente se realizaron las actividades o viajes. Este tipo de fraude es común en los gastos de dietas, alojamientos y billetes, y puede pasar desapercibido si no se lleva un registro riguroso de los desplazamientos reales y sus fechas correspondientes.
El fraude por exceso de gasto también es una práctica común entre los empleados. Este se da cuando los gastos reportados exceden los límites establecidos por las políticas de la empresa. Los empleados pueden inflar los costos de hoteles, restaurantes, gasolina y kilometraje, ignorando los anticipos recibidos de la empresa.
Además, los empleados pueden cometer fraude al comprar artículos no compliance. Este delito se produce cuando se adquieren productos no autorizados, como cargadores de móviles, y se cargan a la cuenta de gastos de viaje. Aunque pueda parecer menor, este tipo de fraude viola las políticas de compra de la empresa y puede acumularse significativamente con el tiempo.
El fraude por presentación del gasto fuera de plazo es otra forma común de delito económico. Muchas empresas establecen un período específico para que los empleados presenten sus notas de gastos. Si los gastos se presentan fuera de este plazo, no deben ser reembolsados.
Perfil del defraudador español en el ámbito empresarial
El perfil del defraudador español en el ámbito empresarial revela características específicas que ayudan a comprender mejor quiénes son los individuos que cometen estos delitos y cómo operan. Según estudios recientes, la mayoría de los defraudadores son empleados de nivel medio, ocupando posiciones de responsabilidad que les permiten acceder a fondos y recursos de la empresa. Este acceso facilita la realización de fraudes como la malversación de fondos, falsificación de facturas y el reembolso indebido de gastos.
La antigüedad en la empresa es un factor relevante en el perfil del defraudador. Los datos muestran que los empleados con entre 1 y 5 años de antigüedad cometen fraudes con mayor frecuencia, pero los defraudadores con más de 10 años en la empresa tienden a causar pérdidas significativamente mayores. Esto sugiere que a medida que los empleados ganan la confianza de sus superiores y conocen mejor los sistemas internos, también pueden desarrollar estrategias más complejas y dañinas para cometer fraudes.
El nivel educativo también influye en el perfil del defraudador. Las personas con título universitario tienden a generar pérdidas más altas en comparación con aquellos sin título. Esto podría deberse a que los empleados con mayor educación suelen ocupar puestos de mayor responsabilidad y tienen un conocimiento más profundo de los procesos financieros, lo que les permite diseñar esquemas fraudulentos más sofisticados y difíciles de detectar.
En resumen, en España aquellos defraudadores con grado universitario o superior experimentan pérdidas significativamente más altas en comparación con aquellos sin formación universitaria, llegando casi al doble en términos monetarios, con una media de 188.000 EUR en comparación con 94.000 EUR.
Un comportamiento común entre los defraudadores es vivir un estilo de vida que excede sus ingresos legales. Este estilo de vida lujoso puede ser una señal de alerta para los empleadores, ya que puede indicar que el empleado está obteniendo ingresos adicionales de manera ilícita. Además, otros comportamientos sospechosos incluyen dificultades financieras personales, irritabilidad y antecedentes de problemas legales, todos los cuales pueden ser indicios de que el empleado está involucrado en actividades fraudulentas.
La colusión es otro aspecto crítico del fraude en el ámbito empresarial. Cuando dos o más personas colaboran para cometer fraude, las pérdidas suelen ser significativamente mayores en comparación con los fraudes cometidos por individuos actuando solos. La colaboración permite a los defraudadores cubrir sus huellas de manera más efectiva y ejecutar esquemas más elaborados y menos visibles para la auditoría y el control interno.
Finalmente, la edad del defraudador también juega un papel importante. La mayoría de los defraudadores tienen entre 31 y 50 años, una etapa de la vida en la que suelen tener responsabilidades financieras y personales considerables. Los defraudadores mayores de 50 años, aunque menos comunes, causan las pérdidas medias más altas, probablemente debido a sus posiciones de mayor confianza y acceso a recursos significativos dentro de la organización.
En otras palabras, a medida que la antigüedad en la empresa aumenta, las pérdidas medias también aumentan, llegando a una cifra significativa de 235.000 EUR para aquellos con una trayectoria laboral más extensa. Otro dato curioso que destaca en el perfil del defraudador en España es el género, según el estudio el 68 % de los delitos económicos en empresas son perpetrados por hombres y apenas el 32 % por mujeres. Estos perfiles destacan la importancia de una vigilancia constante y un sistema robusto de control interno para prevenir y detectar fraudes en las empresas.
Impacto devastador de los fraudes internos en las empresas
Las consecuencias económicas del fraude interno son significativas. Según el Informe Emburse Captio del Fraude Interno 2024, el costo medio anual por trabajador es de 566 euros. Este gasto no previsto no solo afecta las finanzas directas de la empresa, sino que también reduce la competitividad al incrementar los costos operativos. Además, puede complicar la toma de decisiones estratégicas debido a la información financiera distorsionada.
Más allá del impacto económico, el fraude interno puede deteriorar el clima laboral. Las situaciones de fraude generan desigualdades y un sentimiento de injusticia entre los trabajadores, afectando negativamente su motivación y productividad. Además, la reputación de la empresa puede sufrir si se percibe una falta de control y prevención de estos fraudes, lo que a su vez puede afectar la confianza de inversores, clientes y proveedores.
Para afrontar el fraude interno, las empresas deben adoptar una política de tolerancia cero. Es crucial tener evidencia sólida del fraude y documentar todas las pruebas antes de tomar medidas.
La implementación de un protocolo de actuación para casos de fraude interno es fundamental. Este protocolo debe incluir una investigación exhaustiva, entrevistas con los presuntos defraudadores, y la elaboración de informes detallados para el comité de disciplina.
Por otro lado, la prevención del fraude interno requiere un esfuerzo concertado de todos los niveles de la empresa. Es esencial establecer un marco normativo claro, incluyendo políticas de gastos y códigos éticos, accesibles para todos los empleados. La utilización de tecnologías avanzadas, como software de automatización de gestión de gastos, puede ayudar a detectar y prevenir fraudes de manera más eficaz, permitiendo un control detallado y en tiempo real de los gastos reportados.
La formación de los empleados en la prevención del fraude interno es igualmente importante. Además, las auditorías periódicas son herramientas efectivas para detectar fraudes pasados y disuadir futuros intentos, creando una cultura de transparencia y responsabilidad.
Fomentar un ambiente laboral justo y equitativo es otra medida preventiva clave.
Establecer un canal de denuncia anónimo permite a los empleados reportar fraudes sin temor a represalias. Este canal puede ser una herramienta poderosa para detectar fraudes que de otro modo podrían pasar desapercibidos y para mantener la transparencia y la confianza dentro de la empresa.
En conclusión, la detección y prevención del fraude interno es una tarea compleja pero crucial para cualquier empresa. Implementar medidas preventivas, utilizar tecnología avanzada, y fomentar un ambiente laboral justo son pasos esenciales para proteger los recursos y la integridad de la organización. Al adoptar una política de tolerancia cero y establecer protocolos claros, las empresas pueden minimizar el riesgo de fraude y mantener una operación eficiente y transparente.