Hace un par de semanas los ciclistas de Madrid protestaron en Callao por la muerte de Mario Clemente. Uno de tantos Riders venezolanos que trabajan con una cuenta de Glovo en la capital, Clemente fue atropellado en la calle Ciudad de Barcelona a finales de abril, pero por la condición de los trabajadores de la plataforma, que no están contratados por la misma, la plataforma de reparto no ha hecho ningún movimiento para apoyar a su familia ni en público ni en privado.
Como lo contó la hermana del rider fallecido, Samary, al periódico El País, el apoyo económico para repatriar el cuerpo vino de la comunidad venezolana y de los ciclistas. Mientras tanto, la propia Glovo no ha lanzado siquiera un comunicado sobre el incidente, si bien la plataforma en efecto no tiene obligación de prestar su apoyo, es un punto más que demuestra la distancia que el servicio de reparto mantiene de sus repartidores y sus problemas, al mismo tiempo que sigue presentando nuevas campañas para atraer repartidores y que los pedidos a través de la plataforma sigan llegando a tiempo.
Es cierto que el caso de Clemente no es el único y que Glovo no es la única plataforma donde esto ocurre. Al mismo tiempo, es evidente que se trata de un problema repetitivo en la plataforma, con varios casos parecidos que se pueden encontrar en los medios de comunicación. Es fácil conseguir reportes de accidentes parecidos en años anteriores, solo hace falta dar una vuelta por Google o revisar las publicaciones de webs como Riders por Derechos o incluso los grupos de Facebook y Telegram donde se comunican pueden compartir historias parecidas.
No ayudan a solucionar los problemas que tienen los ciclistas en las grandes ciudades. La falta de seguridad en los carriles de ciclistas en Madrid o Barcelona, los pocos espacios donde pueden dejar el vehículo o la falta de cuidado de los conductores de coches suelen ser problemas citados en estas circunstancias. Al mismo tiempo, en el caso específico de los repartidores se esperaría que al menos la aplicación hiciera el mínimo esfuerzo para intentar ayudar a sus trabajadores, incluso si algunos «alquilan» cuentas sin la autorización de la plataforma de reparto.
Es cierto también que la aplicación hace algunas exigencias mínimas de seguridad a los repartidores en bicicletas. Pero estas se reducen al casco, y no hay muchas estrategias para hacer seguimiento de los repartidores sin documentos que la plataforma no ve como su responsabilidad, y que al no manejar su propia cuenta tienen que asumir trabajar en días de mayor riesgo como los de lluvia o en los que hay alguna manifestación o actividad que lleva más gente a la calle.
GLOVO SUMA OTRO PROBLEMA A SU REALIDAD ACTUAL
Aun tras la inyección de dinero de Uber a la matriz de Glovo, la alemana Delivery Hero, la empresa sigue en una situación global delicada. La empresa de reparto tiene que asumir varias denuncias por incumplimiento de la ley Rider, con la más reciente en la Comunidad Valenciana ascendiendo hasta 1.009.325 millones de euros por las cotizaciones a la Seguridad Social impagadas de sus trabajadores. Es un motivo extra para no querer contratar a sus repartidores, pero es evidente que además del daño reputacional, cada día les es más costoso ignorar la ley en España y en Europa.
Pero el caso de accidentes como el del repartidor venezolano son además la mejor justificación a la ley. A pesar de que entra, por completo, en la descripción de accidente laboral al no ser considerado un trabajador por la empresa pueden hacer vista gorda, y además pueden no pagarlo a un repartidor que sufra de una lesión temporal durante el trabajo, algo más que probable al revisar la cantidad de accidentes en bicicleta que hay en las grandes ciudades.
LOS REPARTIDORES DESPROTEGIDOS EN LA CALLE
En cualquier caso, simplemente se puede agregar el dato a la lista de problemas que los repartidores asumen al trabajar en plataformas como Glovo. El riesgo de un accidente es parte de su día a día y saben que no tienen quien responda, además que en caso de no tener los documentos en regla, incluso acceder a sanidad puede ser inviable. Es una realidad que es complicada de enfrentar, y que no tiene una solución fácil ni para las empresas involucradas ni para el Gobierno, que si pone mucha presión sobre estas plataformas puede tener cientos de desempleados sin documentos de un día para otro.
Es un reto que hay que solucionar, y el primer paso puede ser facilitar la vida de los ciclistas. Después de todo, que ciudades como Madrid o Barcelona tomen medidas para que sea más seguro el transporte en bicicleta también ayudarían a que fuese más seguro el trabajo de los repartidores que usan este tipo de vehículos.