No es un secreto para nadie que el nuevo Santiago Bernabéu se ha vuelto inmediato uno de los espacios claves de la agenda de conciertos de Madrid y España. Al mismo tiempo, como lo han comentado a este medio fuentes del sector, esto representan una nueva dificultad para unos festivales que, en muchos casos, ya estaban en situación delicada, y que, en este momento, ven con angustia, como sus posibles cabezas de cartel prefieren ir a un estadio que a un festival.
Es cierto que los conciertos en estadios no son una novedad, ni en España ni en el resto del planeta, pero la situación se ha vuelto más evidente en los últimos años. Casos como el de Taylor Swift, Metallica o Duki, artistas que han sido las letras mayúsculas en carteles en festivales españoles, son los más evidentes que han preferido dar el paso de tocar su propio concierto en un estadio en lugar de compartir escenario y atención con otros artistas de diversos géneros.
La realidad es que el Bernabéu, el estadio Metropolitano, el Wizink Center o El Palau San Jordi se han vuelto mejor parada para los artistas que los grandes festivales. Además, se espera que el nuevo Spotify Camp Nou entre también en esta competencia.
Parte del motivo es, evidentemente, económico. Este año se ha hecho evidente precisamente por dos artistas que estaban pautadas para presentarse en el cancelado Mad Cool de 2020: la propia Taylor Swift y Billie Eilish, que han preferido que sus pasos por España en la próxima gira sean por su cuenta, la primera con un evento en el Santiago Bernabéu que promete ser la verdadera inauguración del espacio como nuevo centro musical de la ciudad durante los meses de verano y por su lado Eilish se ha «conformado» con dos conciertos de 17.000 personas en el Palau de Sant Jordi de Barcelona.
El tema es que presentarse en los estadios les permite unos cache que no pueden recibir de un festival, por qué no sería rentable para el evento. Billie Eilish recibe, sin contar el costo del montaje, producción y publicidad, entre 500.000 y un millón de dólares por concierto, mientras que en el caso de Swift la cifra puede ascender a los 13 millones de euros, ambas según estimaciones de Forbes. Son datos altísimos, que además de alejar a las artistas de escenarios más pequeños, las hace casi imposibles para los festivales en España.
Al mismo tiempo, hace solo 4 años, ambas eran cabeza de cartel del mismo evento. La realidad es que a pesar de los buenos datos de la música en vivo posterior a la pandemia, la situación de los festivales se ha complicado, tras un 2022 que les obligo a subir los costos en producción debido a las medidas sanitarias para evitar contagios de Covid, es evidente que han perdido parte de su poder de convocatoria en cuanto a artistas. Solo hace falta ver el cartel del Primavera Sound, donde el nombre más grande puede ser Lana del Rey, o casos como el del Mad Cool, que tuvo que sacrificar la exclusividad de Pearl Jam en España durante 2024 con la banda de Grunge anunciando que se presentará la misma semana dos veces en Barcelona.
LOS FESTIVALES COMO ESPACIO DE DESCUBRIMIENTO
Si algo demuestra que los grandes festivales deben plantearse, otras estrategias es que aquellos que han sabido mantener su identidad como el Tomavistas, Noches del Botánico o el Río Babel no han sufrido grandes problemas a la hora de cerrar grandes nombres. Ninguno de estos ha hecho las concesiones que ha hecho el Mad Cool, como ejemplo, pero también es una realidad que ninguno tiene un nombre como Dua Lipa, o figuras como las que tenía el festival madrileño cerrado para 2020.
En cualquier caso, es otra transformación de una compleja industria musical. Si bien el centro de la misma es la música en vivo, y para los artistas de medio cartel siguen siendo una buena opción de destapar su nombre, sigue siendo clave para los festivales plantearse nuevas formas de atraer talento, al mismo tiempo que compiten entre ellos para atraer a los mejores nombres posibles.
NACEN FESTIVALES Y OTROS SE DESPIDEN
Mientras tanto, algunos festivales, como el Cala Mijas han tenido que despedirse. En el caso de este último se trata de un problema con la nueva alcaldía de Mijas, que paso del PSOE al PP y en el camino se dejaron de pagar 1,2 millones de euros a la organización, según lo ha declarado la propia Last Tour, empresa encargada de la producción del festival.
Es un aviso a navegante, que puede señalar a algunos de los grandes, como el propio Mad Cool o el Primavera Sound, en caso de un cambio en las alcaldías o gobiernos comunitarios que los apoyan. Ya no tienen el apoyo incondicional de sus vecinos, por lo que pueden sufrir en caso de un nuevo Gobierno.