Tras haber obligado, por motivos de sanidad, a la hostelería a dejar de usar empaques y embaces reutilizable, Bruselas ha cambiado de posición exigiendo la eliminación de las monodosis de condimentos como los sobres ketchups, de mayonesa y demás salsas, así como los empaques de un solo uso de champú o cremas en los hoteles serán cosa del pasado. Es una medida que además puede traer de vuelta la azucarera o la aceitera, pero que puede tener una víctima inesperada en las operaciones de Glovo, Uber Eats y demás empresas de entrega de alimentos.
Es que las monodosis de condimentos son parte de la estrategia normal de los restaurantes en los envíos a través de estas plataformas. Pero la prohibición aprobada por el parlamento europeo es tan draconiana que prohíbe no solo su uso dentro de locales, sino la venta de las monodosis en mercados desde 2030, por tanto, si es que siguen funcionando, estas plataformas tendrán que buscar formas de resolver la situación, o de acordar nuevas estrategias con los supermercados.
En el camino la realidad es que es una situación complicada. Ya es un gasto difícil de asumir para la hostelería, que debe prepararse para el 2030 teniendo opciones de varios usos para aceiteras y condimentos que cumplan con los estándares de salubridad de la Unión Europea. No es una tarea fácil, después de todo había motivos por los que los sobres de salsa o botellas de un solo uso se aplicaron por encima de los envases reutilizables, pero además el caso del delivery es un problema extra, y uno que deberá obligar a cierta creatividad.
Es un problema además que se enfoca en los envíos de comida, una industria que ya está teniendo problemas por medidas de Bruselas, y de España. La Ley Rider, que obliga a que los repartidores sean contratados por las empresas encargadas, ha hecho incluso que la matriz de Glovo vea el futuro del unicornio catalán como una incógnita. En esa realidad puede ser clave tener un acuerdo con los locales y restaurantes para pensar como manejar los envíos, o si los locales de alimentos podrán negociar una excepción con la Unión Europea para los deliveries, o si hay forma de generar envases sostenibles para las entregas.
GLOVO Y LOS RESTAURANTES COMPARTE UN PROBLEMA EN COMÚN
Aunque la situación de los restaurantes y empresas de reparto es delicada, es al menos un problema que comparten. En otros casos, como los tiempos de espera entre pedidos o la estrategia para evitar cuentas piratas, en la práctica se trata de problemas de Glovo y Uber Eats, que además lo consideran un problema, sobre todo de los repartidores. Estos últimos parecen ser siempre los afectados en estas situaciones, y es posible que sean los que sufran de nuevo por la situación.
Sea por un nuevo equipamiento complejo de cargar, o por el simple hecho de tener que explicar una y otra vez a los usuarios por qué no tienen ketchup al pedir una hamburguesa en McDonalds, es facil pensar que son estos los que enfrentan esta nueva realidad. Para los mercados, en cambio, puede no cambiar demasiado la situación, aunque es cierto que en ocasiones el comprar cajas de estas monodosis era más costoso para los locales, el margen de ganancia es bastante cercano, por lo que los proveedores serán los menos afectados por la situación.
LA HOSTELERÍA VUELVE A GASTA MILLONES POR UN CAMBIO DE POSICIÓN EN BRUSELAS
Pero más allá del caso puntual del delivery, la hostelería vuelve a verse obligada a gastar millones de euros en un cambio de posición de bruselas. Hace unos años ocurrió lo mismo con las áreas de fumadores en espacios cerrados, que terminaron siendo prohibidas también expulsando a los cigarrillos a las terrazas de los bares y las puertas de las discotecas. No es una novedad, pero al mismo tiempo evidencia el riesgo de tomar estas decisiones sin pasar por las empresas y patronales afectadas por la situación.
En el caso español la situación es todavía más evidente. La realidad es que en el país la hostelería es la principal fuente de empleo, como se ha evidenciado en cada publicación sobre el tema del Instituto Nacional de Estadística (INE), y por la decisión de señalar la reducción de jornada de camareros como necesaria que ha dado la ministra de Trabajo Yolanda Diaz sin consultar al sector, después de todo los camareros son muchos votos.
Las monodosis no son más que un problema más en esta situación. Es cierto que hay buenos motivos para la medida, pero el cambiar dos veces de posición en poco menos de una década, y obligar de nuevo a los restaurantes, bares y demás servicios de restauración a adaptarse es quizás un castigo innecesario.