¿Sabías que la primera palmera creció en un lugar gélido? Esta es su curiosa historia

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En el imaginario colectivo, la palmera se asocia con playas paradisíacas, climas tropicales y un ambiente cálido y soleado; sin embargo, la naturaleza siempre nos sorprende con sus excepciones, y en este caso, la historia de la primera palmera que viene a desafiar nuestras ideas preconcebidas.

Lejos de las cálidas playas tropicales que solemos asociar con las palmeras, este árbol pionero se erige como un testimonio de la adaptabilidad y la resistencia de la naturaleza, su historia, envuelta en misterio y asombro, nos invita a explorar los rincones más inesperados del reino vegetal.

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¿Cómo sobrevivieron las palmeras en el Ártico?

Los científicos se han preguntado durante mucho tiempo cómo las palmeras, plantas típicamente tropicales, pudieron sobrevivir en un ambiente tan frío como el Ártico.

Las investigaciones sugieren que varios factores pudieron haber contribuido a su supervivencia:

  • Mayor cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera: Durante el Eoceno, los niveles de dióxido de carbono eran significativamente más altos que en la actualidad. Este gas efecto invernadero contribuyó a un aumento de la temperatura global, lo que habría favorecido el crecimiento de las palmeras en latitudes polares.
  • Adaptaciones fisiológicas: Las palmeras del Ártico probablemente desarrollaron mecanismos fisiológicos para tolerar las bajas temperaturas. Se ha sugerido que pudieron haber ajustado la composición de sus membranas celulares o producido compuestos anticongelantes para proteger sus tejidos del daño por frío.
  • Patrones climáticos estacionales: El clima del Ártico durante el Eoceno no era uniformemente frío. Es probable que las palmeras se concentraran en zonas con microclimas más templados, como cerca de fuentes termales o en áreas con mayor insolación.