La estación de tren más grande del mundo tiene un siglo de historia

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En el corazón de la bulliciosa ciudad de Nueva York, se alza un monumento a la ingeniería y la arquitectura, la Grand Central Terminal, la estación de tren más grande del mundo; conocida cariñosamente como “Grand Central” por los neoyorquinos, esta estación de tren no solo es un importante centro de transporte, sino también un ícono cultural y un tesoro histórico que ha celebrado su centenario en 2013.

A diario, miles de personas transitan por sus majestuosos pasillos, ya sea para tomar un tren hacia algún destino cercano o lejano, para admirar su impresionante arquitectura o para disfrutar de su vibrante ambiente; la Grand Central Terminal es mucho más que una simple estación de tren; es un testimonio de la grandeza de una época, un punto de encuentro para la comunidad y un recordatorio de la capacidad humana para crear obras maestras duraderas.

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Un siglo de historia, evolución y adaptación de la Estación de tren más grande del mundo

Un siglo de historia De la ambición a la realidad

A lo largo de su siglo de historia, Grand Central Terminal ha sido testigo de los cambios y transformaciones de la ciudad de Nueva York, ha visto pasar guerras, crisis económicas y avances tecnológicos, pero siempre ha permanecido como un símbolo de la vitalidad y el dinamismo de la ciudad.

En la década de 1940, la estación alcanzó su punto álgido de actividad, con más de 600 trenes diarios y 200.000 pasajeros transitando por sus andenes; sin embargo, la llegada del transporte aéreo en la década de 1950 comenzó a afectar la demanda de los viajes en tren, y la estación experimentó un declive en su uso.

A pesar de estos desafíos, Grand Central Terminal nunca perdió su importancia como centro de transporte e ícono cultural, en la década de 1970, la estación fue designada como Monumento Histórico Nacional, y en los años siguientes se emprendieron importantes proyectos de restauración para preservar su belleza arquitectónica.