La forma en la que pagamos ha cambiado en numerosas ocasiones a lo largo de la historia. Desde el trueque a las criptomonedas, pasando por el dinero en efectivo o las tarjetas, la sociedad se ha visto envuelta en diferentes formas de transferir valor los unos a los otros.
A pesar de que en los últimos años se han diversificado los métodos de pago gracias a la digitalización y las nuevas tecnologías, a día de hoy, el efectivo sigue siendo el rey. Esta preferencia por el efectivo se debe a que tiene una mayor aceptación general, a su anonimato y a profundas diferencias culturales y tecnológicas a lo largo del continente.
A pesar de que el dinero en efectivo sigue siendo el pago preferido por los europeos, el fácil acceso a las nuevas tecnologías y a la integración de métodos de pago digitales están comenzando a cambiar el paisaje financiero, introduciendo una dinámica compleja entre tradición e innovación.
El efectivo sigue siendo el rey
En el panorama europeo, el dinero en efectivo sigue ocupando un lugar predominante como la forma de pago preferida en muchos países, especialmente en las regiones de habla alemana como Austria y Alemania.
Según el estudio de BearingPoint, Austria lidera el ranking con un 79% de personas que todavía prefieren usar efectivo, seguido de cerca por Alemania con un 71%. Este apego al efectivo se debe en gran medida a la percepción de seguridad, anonimato y la falta de dependencia tecnológica que ofrece, lo cual es especialmente valorado por los grupos de mayor edad y en áreas donde la infraestructura digital no está tan desarrollada.
Las estadísticas también muestran que en países como Suiza, Irlanda o Francia, aunque el uso del efectivo ha disminuído, sigue siendo significativamente alto comparado con la mayoría de los países nórdicos. Esto destaca una clara diferencia entre la adopción de tecnologías de pago entre el norte y el sur de Europa, donde los primeros están avanzando más rápidamente hacia las soluciones digitales.
Los métodos digitales siguen creciendo
Aunque el efectivo sigue siendo el método preferido por los europeos, hay otras formas de pago que están ganando cada vez más popularidad. Las tarjetas de crédito y débito, tanto físicas como digitales, son a día de hoy pilares fundamentales en el ecosistema de pagos de nuestro continente. La evolución hacia las tarjetas digitales y las billeteras electrónicas, como Apple Pay o Google Pay, refleja una búsqueda por la rapidez y sencillez por parte de la población.
Las tarjetas de débito sin contacto, por ejemplo, han visto un aumento significativo en su uso a lo largo de Europa, lideradas por Finlandia, donde más del 71% de los consumidores las prefiere sobre el efectivo. Esta tendencia es un claro indicativo de la creciente confianza en la tecnología por parte de los países nórdicos y la búsqueda de conveniencia y rapidez en las transacciones diarias.
Según datos del Banco Central Europeo, la cantidad total de pagos con tarjeta en Europa aumentó hasta los 36.500 millones durante el primer semestre de 2023, siendo esto un 15,6% más en comparación con el mismo periodo del año anterior. Si analizamos más de cerca este tipo de pagos, vemos cómo casi 21.000 millones de ellos se han realizado con tarjetas sin contacto, habiendo crecido en casi un 25% con respecto al mismo periodo del año anterior.
La transición hacia los métodos de pagos digitales está creciendo más año tras año, siendo impulsada por una mayor innovación tecnológica y una generalización de los pagos digitales. La conveniencia y seguridad que ofrecen son un punto a tener muy en cuenta por gran parte de la población europea.
Además, impulsados por la pandemia del Covid-19, los europeos han cambiado su forma de consumo, aumentando enormemente los pagos online. Desde hacer la compra diaria hasta comprar ropa en un ecommerce, pasando por jugar en casinos online con dinero real en España o pedir comida directamente a casa, los pagos en línea se están estandarizando perfectamente en nuestro día a día, haciendo cada vez más innecesario el uso de efectivo.
¿Qué método de pago reinará en el futuro?
Si observamos el horizonte financiero de nuestro continente, podemos prever una mezcla entre lo tradicional y la innovación. A pesar de que el efectivo sigue siendo esencial en muchas partes del mundo debido a su accesibilidad y anonimato, su uso disminuye poco a poco a medida que aumentan las opciones digitales.
A día de hoy es posible no llevar la cartera encima en la mayoría de países europeos, ya que podemos pagar solamente con el móvil utilizando nuestras tarjetas bancarias mediante billeteras digitales. Además, es un hecho innegable que vivimos en una época en donde la inmediatez está a la orden del día, lo que crea el terreno ideal para los métodos de pago digitales.
Además, también es necesario analizar las políticas gubernamentales, ya que los gobiernos europeos barajan la idea de acuñar su propia CBDC, o lo que es lo mismo, su propia moneda digital. De esta forma, el dinero en efectivo seguiría en declive y la conveniencia de pagos aumentaría, pero también con ello el control de los gobiernos sobre los ciudadanos debido al perfecto seguimiento de los pagos, conociendo a la perfección la proveniencia y el destino de todos los pagos.
Es probable que en los próximos años sigamos viendo cómo las tarjetas le siguen ganando terreno al efectivo, pero el amplio abanico de posibilidades hacen que sea realmente difícil de prever lo que pasará, ya que día a día siguen apareciendo nuevas opciones de pago que buscan su trozo del mercado en Europa.