Este es el truco que usan los hoteles en su buffet libre para no perder dinero

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Y es que en los negocios los trucos estan a la orden del día. Los hoteles han dominado el arte del buffet libre, convirtiéndolo en un reclamo irresistible para los huéspedes ávidos de variedad y abundancia. Sin embargo, lo que podría parecer una estrategia que pone en riesgo la rentabilidad del establecimiento, en realidad es todo lo contrario. Detrás de esta aparente generosidad gastronómica se esconde un elaborado truco que permite a los hoteles maximizar sus ganancias sin comprometer la satisfacción del cliente.

En primer lugar, el buffet libre permite a los hoteles reducir significativamente los costos de personal. Al prescindir de un servicio de mesa convencional, los establecimientos pueden operar con un equipo mínimo de cocineros. Mientras que en un restaurante tradicional un cocinero puede atender a un máximo de 25 clientes por hora, en un buffet libre ese mismo cocinero puede preparar suficiente comida para hasta 200 personas en el mismo período de tiempo. Este ahorro en recursos humanos es solo el comienzo de una estrategia diseñada para garantizar la rentabilidad del buffet.

Además del ahorro en costos laborales, los hoteles emplean una serie de tácticas psicológicas y logísticas para influir en el comportamiento de los comensales y maximizar sus ganancias. Desde la disposición estratégica de los alimentos hasta el uso de platos más pequeños que crean la ilusión de abundancia, cada detalle está meticulosamente planeado para guiar las elecciones de los clientes y optimizar la rentabilidad del buffet. Incluso en casos donde los huéspedes consumen en exceso, los hoteles confían en que estos excesos serán compensados por aquellos que optan por consumir menos o seleccionar los alimentos más económicos.

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El éxito del buffet libre: un equilibrio entre exceso y moderación

El éxito del buffet libre: un equilibrio entre exceso y moderación

El éxito del buffet libre radica en el delicado equilibrio que los hoteles logran mantener entre la tentación del exceso y estrategias que fomentan la moderación y la percepción de valor para los clientes. Estos establecimientos comprenden que ofrecer una variedad abrumadora de alimentos puede tentar a los comensales a excederse en el consumo, lo que podría afectar negativamente la rentabilidad del negocio. Por lo tanto, implementan estrategias inteligentes para guiar el comportamiento de los clientes y garantizar un equilibrio saludable entre indulgencia y control.

Una de las tácticas clave es la presentación cuidadosamente planificada de los alimentos. Los hoteles posicionan estratégicamente los platos más económicos y abundantes al frente del buffet, lo que atrae la atención de los comensales y los alienta a llenar sus platos con opciones más accesibles.

Al mismo tiempo, reservan las delicias más costosas y lujosas para la parte posterior del buffet, creando un sentido de anticipación y recompensa a medida que los clientes avanzan en su recorrido. Esta disposición estratégica no solo maximiza la percepción de valor para los clientes, sino que también garantiza que el buffet siga siendo rentable para el hotel.

Además, los hoteles implementan estrategias que fomentan la moderación entre los comensales. Con el «truco de los tres días», por ejemplo, los establecimientos reconocen que los clientes tienden a moderar su consumo después de varios días en el buffet. Al ajustar sutilmente su oferta de alimentos y presentación para adaptarse a estas preferencias cambiantes, los hoteles pueden mantener la rentabilidad del buffet sin comprometer la satisfacción del cliente.

En última instancia, este equilibrio entre exceso y moderación es fundamental para el éxito continuo de los buffets libres, ya que permite a los hoteles ofrecer una experiencia gastronómica atractiva y satisfactoria mientras aseguran la viabilidad económica del negocio.

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