El Papa Francisco se ha convertido este domingo en el primer pontífice que visita la Bienal de Venecia, donde ha visitado el pabellón del Vaticano, situado en la cárcel de Giudecca. Allí ha saludado ha saludado, una a una, a las cerca de 80 reclusas que le esperaban a las que ha dicho que «nadie quita la dignidad de la persona, nadie».
El pabellón vaticano lleva por lema ‘Con mis ojos’, y regresa a la cita veneciana después de casi una década de ausencia, ya que la Santa Sede no participaba en la Bienal desde 2015.
Detrás de esta iniciativa -que ha supuesto un intercambio entre las reclusas y los artistas y que incluirá una obra de grandes dimensiones del provocador Mauricio Cattelan- está el cardenal poeta José Tolentino de Mendonça, actual prefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación del Vaticano.
Francisco ha regalado a las detenidas una imagen con el icono de la Virgen de la Esperanza. Antes ella, ha señalado que en la Virgen «siempre» se encuentra «consuelo». «Una Madre nunca deja de escucharnos y es maestra de ternura», ha asegurado.
En su discurso en el interior de la prisión, el Pontífice ha resaltado que la cárcel es «una dura realidad, y problemas como el hacinamiento, la falta de instalaciones y recursos, los episodios de violencia, generan allí tanto sufrimiento». «Nadie quita la dignidad de la persona, nadie», ha asegurado el Papa que ha despegado a las 6.30 horas de la Ciudad del Vaticano en el helicóptero que ha aterrizado en el patio de la cárcel de mujeres de la Giudecca.
El Pontífice ha asegurado que la cárcel «también puede convertirse en un lugar de renacimiento, tanto moral como material, donde la dignidad de las mujeres y los hombres no se «aísla», sino que se promueve mediante el respeto mutuo y el cultivo de talentos y capacidades».
Francisco ha señalado ante las presas: «Hoy saldremos todos más ricos de este patio, quizás el que salga más rico sea yo, y el bien que intercambiaremos será precioso’. Es ‘el Señor quien nos quiere juntos en este momento, habiendo llegado por caminos diferentes, algunos muy dolorosos, también a causa de errores por los que, de diversas maneras, cada uno lleva heridas y cicatrices. Y Dios nos quiere juntos porque sabe que cada uno de nosotros, aquí, hoy, tiene algo único que dar y que recibir, y que todos lo necesitamos, cada uno tiene su singularidad, un don que ofrecer y compartirlo».
ESPACIOS DE CRECIMIENTO HUMANO
Para el Pontífice, es «fundamental que el sistema penitenciario ofrezca también a los presos y a las presas instrumentos y espacios de crecimiento humano, espiritual, cultural y profesional, creando las condiciones para su sana reinserción’. Por favor, no ‘aislemos la dignidad’, ¡sino démosle nuevas posibilidades!».
Francisco ha exhortado de este modo a no olvidar que todas las personas cometen «errores» que hay perdonar y tienen «heridas que sanar».
«Yo también», ha asegurado.
«Todos podemos llegar a ser sanados que traen sanación, perdonados que traen perdón, renacidos que traen renacimiento. Queridos amigos, renovemos hoy, vosotros y yo, juntos, nuestra confianza en el futuro. No cerréis la ventana, por favor, mirad siempre al futuro, mirad siempre con esperanza», ha explicado
A continuación, las reclusas han obsequiado al Pontífice con algunos de los productos que elaboran en los talleres de la cárcel: jabones naturales, espuma de baño e incluso un nuevo papal blanco, que Francisco se puso sustituyendo el suyo.
Después el Papa se ha reunido con los artistas que han participado en el pabellón de la Santa Sede:»El mundo necesita artistas. Lo demuestra la multitud de personas de todas las edades que acuden a los locales y eventos artísticos. Confieso que a vuestro lado no me siento un extraño: me siento en casa. Y creo que esto se aplica en realidad a todos los seres humanos, porque, a todos los efectos, el arte tiene la condición de «ciudad refugio», una ciudad que desobedece el régimen de violencia y discriminación para crear formas de pertenencia humana capaces de reconocer, incluir, proteger, abrazar a todos. Todos, empezando por los últimos».
El Papa ha instado a que «trabajen en red, colaborando para liberar al mundo de las antinomias vacías y sin sentido que intentan imponerse en el racismo, la xenofobia, la desigualdad, el desequilibrio ecológico y la aporofobia, ese neologismo terrible que significa «fobia a los pobres»».
Para Francisco es el «egoísmo» el que nos hace «funcionar como islas solitarias en lugar de archipiélagos colaborativos».
El Papa ha citado a las artistas como Frida Khalo, Corita Kent o Louise Bourgeois y ha deseado que el arte contemporáneo pueda «abrir la mirada» ayudando «a valorar adecuadamente la contribución de las mujeres, como coprotagonistas de la aventura humana».