Las pizzas y los helados se encuentran en el ojo del hurcán en Milán. La bulliciosa ciudad italiana de Milán, conocida por su exquisita gastronomía y su vibrante vida nocturna, se enfrenta a una polémica propuesta que amenaza con alterar una de sus tradiciones más arraigadas: la venta de pizzas y helados después de la medianoche. El concejal de seguridad y protección civil, Marco Granelli, ha anunciado planes para prohibir la venta de comida y bebida para llevar en 12 de los distritos más concurridos de la ciudad, con el objetivo de preservar la «tranquilidad» de los residentes. Esta medida ha desencadenado un acalorado debate entre quienes la apoyan en aras de reducir el ruido excesivo en áreas residenciales y aquellos que consideran que atenta contra la esencia misma de la cultura italiana.
La propuesta de Granelli, que busca encontrar un equilibrio entre la sociabilización y el bienestar de los residentes, ha provocado reacciones encontradas en la ciudadanía. Si bien algunos argumentan que es necesario tomar medidas para mitigar el ruido nocturno, otros consideran que la prohibición va en contra de la esencia misma de la vida nocturna milanesa y podría afectar negativamente tanto a locales como a turistas. En el corazón de la controversia se encuentra la emblemática tradición de disfrutar de un delicioso helado o una auténtica pizza italiana en las calles adoquinadas de Milán, una experiencia que forma parte del tejido cultural de la ciudad y atrae a millones de visitantes cada año.
A medida que la propuesta avanza hacia su posible implementación, se intensifica el debate sobre su alcance y sus implicaciones. Los críticos de la medida argumentan que la restricción no solo afectaría a la industria de la restauración, sino que también limitaría la libertad de elección de los ciudadanos y visitantes. Mientras tanto, los defensores de la iniciativa señalan la necesidad de encontrar un equilibrio entre el disfrute nocturno y el descanso de los residentes. En este contexto de tensiones y divergencias, Milán se encuentra en una encrucijada que definirá el futuro de una de sus tradiciones más emblemáticas: la venta de pizzas y helados después de las 12.
2Historia de la propuesta: Un vistazo al pasado intento de prohibición en 2013
En 2013, el ayuntamiento de Milán propuso por primera vez una medida para prohibir la venta de helados después de medianoche, en un intento por abordar las preocupaciones sobre el ruido nocturno en la ciudad. Bajo el liderazgo del entonces alcalde, Guiliano Pisapia, la propuesta generó un intenso debate entre la población y los comerciantes locales.
Por un lado, algunos residentes apoyaron la medida como un medio para garantizar una noche más tranquila y evitar las molestias causadas por el bullicio nocturno. Sin embargo, muchos comerciantes y amantes de la vida nocturna expresaron su desacuerdo, argumentando que la prohibición afectaría negativamente a la industria de la restauración y al encanto cultural de Milán como destino turístico.
La propuesta de prohibición de helados nocturnos en 2013 desencadenó una serie de protestas y manifestaciones en la ciudad, que fueron denominadas por los medios de comunicación como «la batalla de los cucuruchos». Los comerciantes locales y los defensores de la cultura nocturna organizaron protestas, argumentando que la medida tendría un impacto negativo en sus negocios y en la experiencia de los visitantes de la ciudad.
A medida que la controversia se intensificaba, el ayuntamiento se vio obligado a retirar la propuesta, cediendo ante la presión pública y el rechazo generalizado de la comunidad. Este episodio de resistencia ciudadana contra la prohibición de helados nocturnos en 2013 dejó una marca en la memoria colectiva de Milán y sentó un precedente para futuras discusiones sobre medidas similares.