Durante 15 años, dos personas llevaron una vida única y sorprendente dentro del mágico mundo de Disneyland, un lugar donde los sueños se convierten en realidad. Owen y Dolly Pope, una pareja estadounidense, no solo trabajaron en el parque temático, sino que también hicieron de él su hogar. Su historia, que parece sacada de un cuento de hadas moderno, revela detalles fascinantes sobre su vida en uno de los lugares más icónicos del entretenimiento.
Owen y Dolly Pope no solo fueron empleados de Disneyland, sino que se convirtieron en los únicos residentes del parque durante más de una década. Su increíble aventura comenzó en 1955, cuando se instalaron en Frontierland, una zona del parque inspirada en el Salvaje Oeste. Su hogar, la «Casa de los Papas», ubicada detrás del rancho y abierta al público, fue testigo de sus experiencias únicas y su dedicación al cuidado y entrenamiento de los equinos de la atracción ecuestre «Pony Farm».
A lo largo de los años, Owen y Dolly no solo contribuyeron al funcionamiento diario de Disneyland, sino que también se convirtieron en parte integral de su historia. Desde la cría y cuidado de los caballos hasta la construcción de carretas y carruajes, su compromiso y pasión por el parque dejaron una huella imborrable. Su historia es un recordatorio de que, en el mundo de Disney, la magia no solo se encuentra en las atracciones, sino también en las personas que las hacen posibles.
3Tras bambalinas
Tras bambalinas, la vida diaria de Owen y Dolly Pope en Disneyland estaba llena de actividad y compromiso. Como cuidadores de caballos, su jornada comenzaba temprano, atendiendo a las necesidades de los equinos y asegurándose de que estuvieran listos para los espectáculos del día. Su dedicación no se limitaba solo al cuidado de los animales, sino que también contribuían activamente al desarrollo de nuevas atracciones.
Además de su labor como cuidadores, los Pope desempeñaban un papel crucial en la planificación y ejecución de espectáculos ecuestres para el disfrute de los visitantes. Su experiencia y conocimiento en el mundo de los caballos eran invaluables para Walt Disney y su equipo, quienes confiaban en ellos para garantizar la excelencia en cada detalle. Desde la cría y entrenamiento de los caballos hasta la construcción de escenografías, los Pope dejaron una marca indeleble en el mundo de Disneyland, contribuyendo al encanto y la magia que sigue atrayendo a visitantes de todo el mundo.