Iniciar una actividad empresarial es, sin duda, un reto apasionante, pero también se trata de un camino repleto de escollos que hay que superar. Y uno de esos escollos es el procedimiento legal y administrativo de constitución y puesta en activo de una nueva sociedad mercantil.
En este sentido, y según los responsables de SBM, una firma especializada en la venta de sociedades, una opción que a menudo se pasa por alto es la de adquirir una sociedad mercantil ya constituida.
Así que, conozcamos los motivos por los que esta estrategia puede ser una excelente alternativa para emprender cualquier tipo de actividad empresarial.
Ahorro inicial de tiempo y de esfuerzo
Al adquirir una sociedad ya constituida, el emprendedor se evita todos los trámites burocráticos y administrativos de constitución. El proceso es rapidísimo: basta con escriturar la compraventa y nombrar un nuevo administrador. Además, los trámites registrales están incluidos en el precio de compraventa de la sociedad.
¿Y esa evitación de trámites siempre merece la pena? En muchos casos, sí, ya que ha de tenerse en cuenta que la adquisición de una mercantil ya constituida y lista para comenzar a funcionar puede efectuarse en tan solo 24 horas.
No es preciso desembolsar el capital social
Las sociedades constituidas ya tienen escriturado su capital social. Por lo tanto, al adquirirlas no es necesario realizar el desembolso dinerario correspondiente a dicho capital social.
La antigüedad de la sociedad, un activo intangible
Además, la antigüedad de la sociedad adquirida puede ser considerada como una especie de activo intangible.
¿Por qué? Para empezar, una de las cosas que comprueban las entidades bancarias, antes de conceder financiación, es la antigüedad de la sociedad. Además, de cara a los proveedores y de la futura clientela, también puede ser beneficioso poder acreditar que la sociedad tiene un historial anterior que la respalda.
A este respecto, uno de los indicadores de reputación más exhibidos por las empresas es, precisamente, el de su fecha de fundación.
El anonimato registral de los adquirentes: una opción que interesa en determinadas situaciones
Finalmente, otra ventaja de lo más interesante es que las identidades de los adquirentes de una sociedad ya constituida no figuran en las inscripciones y anotaciones del Registro Mercantil. Únicamente se registra la identidad del nuevo administrador de la sociedad.
Ese anonimato registral no es posible cuando se constituye una mercantil desde cero. Por lo tanto, la adquisición de una sociedad ya constituida es la mejor opción en algunos casos.
¿Y a quién le puede suponer una ventaja competitiva ese anonimato registral? Por ejemplo, a quienes inician una nueva actividad empresarial y no desean que sus posibles competidores (o sus socios actuales) puedan conocer fácilmente su implicación en esa actividad o en la financiación de la misma.
En conclusión, en ciertas circunstancias, la compra de una sociedad constituida es una estrategia más inteligente que constituirla. ¿Y cómo hacerlo? En el mercado existen firmas que están especializadas en la constitución de sociedades, con el propósito específico de revenderlas. Y una ventaja adicional es que, en esas firmas, el adquirente puede elegir tanto la forma societaria como la antigüedad de la sociedad y su capital social.