El Estado juega un papel destacado en la financiación de los medicamentos y existe un gran desconocimiento sobre el tema. En el año 2019, el Sistema Nacional de Salud (SNS) desembolsó a las farmacias españolas una media de 2,99 euros por cada medicamento dispensado, revelando una constante en las cifras que se remonta al año 2000. Estos datos, extraídos de un análisis exhaustivo realizado por Diariofarma, muestran una compensación que apenas ha variado a lo largo de casi dos décadas. Sin embargo, la realidad económica de las farmacias difiere significativamente, ya que el margen bruto real es notablemente inferior debido a deducciones y variables no consideradas en este estudio.
A pesar de este estancamiento en la retribución, las farmacias se enfrentan a un incremento constante en el número de dispensaciones, lo que demanda mayores recursos humanos y tecnológicos. Este contexto plantea interrogantes sobre la sostenibilidad financiera del sector farmacéutico en España y la necesidad de revisar las políticas de remuneración.
4Criterios para la fijación de precios
Al fijar los precios de los medicamentos en el Sistema Nacional de Salud (SNS), se consideran una serie de criterios objetivos que garantizan una evaluación exhaustiva de su valor. Uno de estos criterios fundamentales es la utilidad terapéutica del medicamento, es decir, su capacidad para tratar eficazmente la enfermedad para la cual está indicado. Esta evaluación se realiza en base a evidencia científica sólida que demuestre la eficacia y seguridad del fármaco, asegurando que los pacientes reciban tratamientos que realmente beneficien su salud.
Además de la utilidad terapéutica, se valora el grado de innovación del medicamento. Aquellos productos que representan avances significativos en el tratamiento de enfermedades, ya sea mediante nuevas moléculas o nuevas formas de administración, pueden justificar precios más elevados. La innovación se evalúa en términos de su potencial para mejorar los resultados clínicos, reducir efectos secundarios o proporcionar alternativas más convenientes para los pacientes, contribuyendo así al progreso de la medicina y la calidad de la atención sanitaria.
Por último, pero no menos importante, se tiene en cuenta el impacto presupuestario de los medicamentos en el sistema de salud. Esto implica evaluar el coste-efectividad del medicamento en comparación con otras opciones terapéuticas disponibles, así como su posible repercusión en el gasto total en salud. Es fundamental encontrar un equilibrio entre la necesidad de acceder a tratamientos innovadores y el mantenimiento de la sostenibilidad financiera del sistema, asegurando que los recursos se asignen de manera eficiente para maximizar los beneficios para la población.