El regreso de la lluvia de sangre. En medio de un panorama meteorológico cada vez más impredecible, España se prepara para enfrentar un fenómeno poco común y cada vez más frecuente: la lluvia de sangre. Esta ominosa denominación no se refiere a un evento de carácter sobrenatural, sino más bien a una combinación de factores naturales que dan lugar a un espectáculo atmosférico impactante y, a su vez, preocupante para la salud pública y el medio ambiente.
La reciente borrasca Nelson, que trajo consigo intensas precipitaciones y vientos fuertes durante la Semana Santa, marcó el inicio de una serie de eventos climáticos excepcionales en la Península Ibérica. Sin embargo, tras esta temporada de lluvias, se anticipa un cambio drástico en las condiciones climáticas, con un aumento notable de las temperaturas y la presencia de calima procedente del Sáhara.
Este cambio atmosférico no solo trae consigo un aumento en las temperaturas, sino también la presencia de partículas de polvo sahariano en suspensión, lo que añade un elemento adicional de incertidumbre a la situación. La combinación de estos factores resulta en la peculiar «lluvia de sangre», que afecta tanto la calidad del aire como la visibilidad, generando preocupaciones sobre la salud pública y resaltando la urgencia de la gestión ambiental en tiempos de cambio climático.
1¿Qué es la «lluvia de sangre» y por qué ocurre?
La «lluvia de sangre» es un fenómeno meteorológico intrigante que ocurre cuando la lluvia se mezcla con partículas de polvo o arena en suspensión en la atmósfera. Esta fusión resulta en gotas de agua teñidas de un tono rojizo característico, que al caer al suelo dejan una fina capa de polvo de color similar. La explicación detrás de este fenómeno radica en la presencia de partículas de óxido de hierro en el polvo o la arena, las cuales tiñen el agua y el entorno con su color característico.
La lluvia de sangre suele ocurrir cuando existen diferencias de temperatura entre la superficie terrestre y las capas superiores de la atmósfera, lo que genera corrientes de aire que transportan el polvo desde zonas áridas como el desierto del Sáhara hacia áreas más húmedas, como las regiones afectadas en España.