La salud no tiene precio, pero la sanidad pública, por desgracia, sí tiene un presupuesto limitado. Ante la avalancha de nuevos tratamientos y tecnologías médicas, las administraciones se enfrentan al difícil reto de priorizar y decidir cuáles financiar y cuáles no. En este contexto, una herramienta clave entra en juego: los AVAC, o años de vida ajustados a calidad. Esta métrica traduce los beneficios en salud de cualquier intervención sanitaria a un valor económico, estableciendo un umbral de coste-efectividad que ayuda a optimizar el gasto público en materia de salud.
Si bien son poco conocidos fuera del ámbito médico, los AVAC tienen una influencia profunda en la vida de los ciudadanos, desde la gestación hasta los cuidados paliativos. Detrás de cada decisión sobre qué pruebas, tratamientos o programas cubrir, se esconden complejos cálculos basados en esta unidad de medida. En este artículo te contaremos cuánto cuesta tu salud y hablaremos de las medidas que toma el Gobierno para priorizar algunos tratamientos sobre otros.
3La eficiencia como principio rector de la sanidad pública
La razón principal para calcular los AVAC de cada tratamiento o intervención sanitaria es la necesidad de optimizar el gasto público en un área donde los recursos siempre son limitados. Como señala García Vicente, «el dinero que vaya a financiar nuevos tratamientos contra el cáncer no podrá destinarse a programas para curar otras enfermedades«. Los AVAC permiten comparar y priorizar las opciones disponibles, maximizando el impacto en términos de vidas salvadas y calidad de vida mejorada.