El futbolista intenta reconquistar a su mujer, Joana Sanz, al salir de prisión
Este lunes alrededor de las 16:30 horas, Dani Alves salió de la prisión de Brians 2 en Barcelona después de obtener la libertad provisional mediante el pago de una fianza de un millón de euros. El jugador brasileño optó por no responder a ninguna pregunta y se dirigió directamente a su hogar, donde buscó refugio de la multitud de periodistas que lo acompañaron hasta la puerta de su lujoso chalet que compartió con Joana Sanz durante su tiempo en el FC Barcelona.
Pero nadie se esperaba lo que el jugador hizo justo después de salir de prisión y haber pagado una fianza de un millón de euros que la Audiencia Nacional pedía para eludir la cárcel hasta que la sentencia sea firme. El futbolista realizó una llamada justo al llegar a su casa que dejó a todos los periodistas impactados.
Dani Alves pidió una hamburguesa a domicilio
Después de regresar a su hogar, el jugador hizo un pedido a domicilio. Específicamente, Dani Alves solicitó una hamburguesa que fue entregada por un repartidor mientras los medios de comunicación presentes en la puerta de su residencia grababan el momento. «Hay que decirle a Alves que vigile porque le ha costado mucho reunir el millón de euros, no es cuestión de dilapidar lo poco que le queda en hamburguesas y flores», afirma Alfonso Arús, «le toca una economía familiar de supervivencia».
Y es que además de pedir la ya famosa hamburguesa, el futbolista también pidió un ramo de flores para Joana Sanz, su mujer, que también fue traído por un repartidor. El jugador querría pedir perdón y ‘reconquistar’ a su mujer con estas flores después de toda la polémica que ha girado en torno a Alves en los últimos meses, y que aún no está aclarada ya que aún queda la sentencia.
El futbolista no podrá salir de Barcelona
A pesar de estar fuera de la cárcel, el exjugador del FC Barcelona no tendrá permitido salir de España ni acercarse ni comunicarse con la víctima. El tribunal ha ordenado la retirada de sus dos pasaportes, la prohibición de abandonar el territorio nacional y la obligación de presentarse semanalmente ante la Audiencia, además de establecer una orden de alejamiento.
El brasileño, que en primera instancia fue condenado cuatro años y medio de cárcel, se encuentra en su domicilio, conviviendo con su mujer, Joana Sanz, y esperando a que llegue el día de la sentencia para saber cuál será su futuro, si podrá volver a ‘su vida normal’ o si tendrá que pasar un tiempo entre rejas por los actos cometidos.