Para nadie es un secreto que los titulares del Mad Cool del año pasado tenían tanta relación con la calidad de las actuaciones y el sonido durante el festival como con los problemas que sufrió la organización del evento y lo controvertido que ha resultado el nuevo recinto Iberdrola Music, más conocido como espacio Mad Cool, que ha generado críticas de asociaciones de vecinos e incluso de la alcaldía de Getafe que han puesto la edición de este año, planeada entre el 10 y el 13 de julio.
Pero la organización del festival ha prometido que los cambios en la organización incluyen también modificaciones que pueden evitar que los problemas enfrentados por los vecinos se repitan en esta edición. Estos cambios van desde un control mayor del volumen hasta una nueva estrategia de transporte, aún no anunciada, que esperan facilite la vida tanto a los residentes como a los asistentes al evento. Hay que decir que estas modificaciones no son una novedad para el festival, que ya ha tenido que enfrentar una situación similar con los vecinos de Valdebebas antes de la mudanza a Villaverde, que irónicamente dejó libre el paso a la Fórmula 1.
Es cierto que los cambios no se reducen a las condiciones para los vecinos. El festival ha prometido un nuevo reparto de los baños y de las barras dentro del recinto, así como una disminución del número de tarimas y un aumento de los días para disminuir el número de coincidencias entre artistas. Aunque evidentemente hay que esperar al evento para saber con detalle cómo se realizarán los cambios prometidos a la realidad también evidencian que desde el festival se han escuchado las críticas a la última edición.
EL MAD COOL SIGUE RESISTIENDO A PESAR DE LOS CAMBIOS.
Pero más allá de las dificultades de la edición pasada, la realidad es que para el Mad Cool la mutación permanente en cuanto a la organización ha sido parte necesaria de su evolución. La mudanza de la Caja Mágica, el aumento de los días y los cambios en el cartel que sigue sumando nuevos géneros musicales, aunque sin dejar de lado su eterna vocación por el pop anglosajón y el rock alternativo, son una parte de su identidad.
También es verdad que el festival ha sabido enfrentar los cambios en el panorama musical español. Mientras que en la capital han caído varios festivales después de unas pocas ediciones, el Mad Cool no parece flaquear ni en ventas ni en el interés de las redes. Pero aun así, sigue teniendo que enfrentar los problemas normales de otros festivales y uno que nunca ha podido superar es su relación complicada con los vecinos cercanos a donde se celebran estos eventos.
De momento la expectativa por la edición de este año, con un cartel que incluye nombres tan variados como Pearl Jam, Motxila 21, Dua Lipa o The Killers, algunos artistas acostumbrados a la presencia permanente en la tarima del festival, parece más preocupada por la organización del espacio que por la calidad de los artistas. Si consiguen resolver los problemas con los vecinos y consolidarse en su nuevo hogar también es probable que recuperen proyectos en pausa como el ‘Mad Cool Sunset’ cuya primera edición en 2022 no se llevó a cabo por la cancelación de último momento de Rage Against the Machine.
LOS VECINOS SIGUEN SIN CONFIAR EN EL FESTIVAL
Pero lo que es evidente es que los vecinos siguen sin confiar en el Mad Cool. La experiencia de 2023 no ha sido especialmente positiva con los miembros de la comunidad, no solo por el ruido, sino por las interrupciones en el transporte y las aglomeraciones de la zona, además de los varios comercios que decidieron cerrar durante esos días. Aunque el festival mantiene que sus cambios son suficientes para resolver los nuevos problemas de los vecinos, no se sabrá esto con seguridad hasta el último día.
Es cierto que además hay una diferencia importante entre la alcaldía de Getafe, a donde llega el ruido de los conciertos y los ensayos, y la alcaldía de Madrid, de la que nació el proyecto de ‘La ciudad de la música’ de Villaverde que finalmente se ha reducido al recinto en el que se realiza este festival.
Además, uno de los principales grupos molestos con el festival, el ‘Stop Mad Cool’ ha recordado en X, la red social antes conocida como Twitter, que no se les permitió presentar sus dudas sobre el espacio en la sesión del pleno. Es una realidad complicada la organización del festival que sigue teniendo que adaptarse al lugar donde se realiza y no ha podido generar la relación simbiótica que otros festivales de ese nivel han generado con las zonas donde se realizan.