Cinco de la mañana del 21 de marzo de 1994, hora española, y en el escenario del Dorothy Chandler Pavilion de Los Ángeles el actor Anthony Hopkins se dispone a abrir el sobre para nombrar al film ganador del Oscar en la categoría de ‘Mejor película de habla no inglesa’. El inglés abre el sobre y dice las míticas palabra: «And the Oscar goes to… Belle époque», el cine español había ganado su segundo Óscar de la mano del director Fernando Trueba, ‘Volver a empezar’ de Garcí ya tenía sucesor y continuador para la Academia norteamericana de cine.
Trueba se había impuesto a la gran favorita de la crítica, ‘Adiós a mi concubina’, una película china dirigida por el prestigioso Chen Kaige. El director madrileño sorprendió a todos con una comedia romántica inspirada en los días previos a la proclamación de la II República en España. Allí el protagonista, Jorge Sanz, deserta del ejército y es acogido por un viejo pintor anarquista, Fernando Fernán Gómez, que vive con sus cuatro hijas atractivas y guapas. Poco a poco las cuatro acaban cayendo enamoradas de él y con esa base se establecen una serie de relaciones que constituyen la base de la trama.
Una película que nació de la amistad de tres personas. Los directores Fernando Trueba y José Luis García y del guionista Rafael Azcona. El guion de la película era la excusa que tenían los tres para quedar a verse, comer y charlar juntos. Fue un juego que fue creciendo sin ninguna presión y ningún encargo y que dio como resultado un guion y una película con una gran vitalidad fruto de esas circunstancias.
El reparto escogido fue increíble, juntando a gran parte de las estrellas emergentes del cine patrio de la época, como Ariadna Gil y Penélope Cruz, junto a jóvenes ya consagrados como Maribel Verdú y uno de los sex-simbol del cine español, Jorge Sanz. Junto a ellos destaca la mega estrella que era Fernando Fernán Gómez y actores de reparto de auténtico lujo como Gabino Diego, Agustín González y Chus Lampreave, entre otros.
A ellos hay que añadir el lugar idílico donde trascurre la trama, una pequeña campiña portuguesa llena de viñedos donde Trueba es capaz de reflejar la vitalidad de su guion y la efervescencia de aquellos días previos al nombramiento de la República. Con una fotografía espectacular acompañada de una buena banda sonora creada por el francés Antoine Duhamel. Aunque tampoco debemos olvidar la labor de ambientación y vestuario realizada por Lala Huete.
Con estos mimbres la película marchó viento a favor desde el momento de su estreno. Fue seleccionada para participar en el Festival de Berlín, logró 9 premios Goya y como guinda del pastel nominada para los Oscar en su 66 edición. Otro dato no menos importante fue la recaudación, la obra fue un exitazo en taquilla y está entre las más taquilleras de los noventa en España. A parte del cariño que el público pilló hacia la película de Trueba.
Con todo esto se presentó el film español en Los Ángeles, con un perfil bajo como hemos dicho antes, puesto que, ‘Adiós a mi concubina’ era muy favorita según los expertos y el propio Pedro Almodóvar. El cineasta manchego tuvo una «pequeña polémica» con Trueba al señalar que la película china le parecía mejor que la del madrileño. La prensa de entonces quiso avivar un poco la llama de la polémica, pero Trueba salió airoso y con elegancia de aquella situación.
DISCURSO DE GANADOR
Tras el anunció de Hopkins un estruendo recorrió el silencioso Dorothy Chandler Pavilion, el griterío venía de la delegación española que celebraba de forma pasional el triunfo del film español. Una segunda estatuilla volaría rumbo a España. Pero lo mejor estaba por llegar, el discurso de Trueba haría historia del cine español.
«no puedo creer en Dios y por eso creo Billy Wilder, gracias Señor Wilder»
El cineasta madrileño se había afeitado la barba por la mañana, algo que no hacía desde hacía 4 años. Trueba tenía la corazonada del triunfo y quería «estar presentable» para el momento. Subió al atril visiblemente nervioso y acompañado del productor Vicente Gómez. Y allí en inglés y visiblemente emocionado señaló que «no puedo creer en Dios y por eso creo Billy Wilder, gracias Señor Wilder».
Trueba acababa de dedicar su triunfo a uno de sus directores favoritos y grandes de la comedia, Billy Wilder. El discurso sonó espontaneo y gustó mucho aunque el propio Trueba días más tarde reconoció que estaba preparado. Wilder llamó al poco tiempo al cineasta español para agradecer el gesto y felicitarle por el éxito. El segundo Oscar para el cine español era una realidad hacía 30 años y vengaba de cierto modo el fiasco de ‘Mujeres al borde de un ataque de nervios‘ de Almodóvar.