En la eterna búsqueda del equilibrio entre el placer gastronómico y el cuidado de la figura, los italianos parecen haber encontrado una fórmula que muchos pueden envidiar. La pasta, elemento icónico de la dieta mediterránea, se consume con alegría y sin culpabilidad en las mesas italianas. Sin embargo, existe el mito de que este manjar podría ser el enemigo de la balanza.
En este artículo, vamos a desvelar el truco que aplican los amigos italianos para disfrutar de su plato nacional sin temor a ganar peso. Te adentrarás en un viaje por la cultura gastronómica italiana donde descubriremos que el secreto no solo reside en lo que se come, sino también en cómo se come.
2LA CALIDAD DEL INGREDIENTE ES CLAVE
La alimentación italiana es conocida por su simplicidad y la alta calidad de sus componentes. La pasta, más que un ingrediente, es una excusa para realzar los sabores de los productos frescos y locales. Se prefiere la pasta integral o de granos antiguos, que ofrecen un extra de fibra y nutrientes en comparación con las variedades más refinadas.
El acompañamiento de la pasta también cumple una función esencial en este equilibrio. Las salsas caseras preparadas con tomates frescos, hierbas aromáticas y un toque de aceite de oliva virgen extra son la norma, lo cual enriquece el perfil nutricional del plato sin añadir calorías vacías.
Es más, se pone énfasis en la temporada y la procedencia de los alimentos. Los italianos saben que un tomate recogido en su punto de maduración aportará más sabor que cualquier aditivo artificial, lo cual también ayuda a reducir la cantidad de sal necesaria para sazonar el plato.
El concepto de la denominación de origen protegida (DOP) y la indicación geográfica protegida (IGP) es respetado y valorado, asegurando que los alimentos cumplan con estrictos estándares de calidad.