La historia del gato espía de la CIA que costó 20 millones de dólares

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En las oscuras sombras de la Guerra Fría, donde la paranoia y la desconfianza reinaban, surgió la idea del gato espía de la CIA; se conoció como la Operación Gatito Acústico. Entre 1961 y 1966, la CIA se embarcó en la ambiciosa misión de convertir a gatos callejeros en agentes secretos, equipándolos con micrófonos diminutos para grabar conversaciones privadas en embajadas enemigas.

Esta increíble idea surgió de la necesidad de encontrar métodos de espionaje más discretos y efectivos; los métodos tradicionales, como el uso de agentes humanos o dispositivos electrónicos voluminosos, se volvían cada vez más riesgosos y detectables, mientras que, los gatos, con su naturaleza sigilosa y capacidad para pasar desapercibidos, se perfilaron como los candidatos perfectos para esta misión clandestina.

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El reclutamiento y entrenamiento de los gatos espía

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La CIA comenzó capturando gatos callejeros en las calles de Washington D.C. y sometiéndolos a un riguroso proceso de selección; solo los gatos más sanos, ágiles y con mejor audición eran seleccionados para la misión.

Una vez seleccionados, los gatos eran entrenados, se les enseñaba a obedecer órdenes básicas, a recuperar objetos pequeños y a familiarizarse con el sonido de la voz humana; la parte más crucial del entrenamiento consistía en implantar quirúrgicamente un pequeño micrófono en el canal auditivo del gato.