La razón por la que nos suenan las tripas cuando tenemos hambre

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En el vasto mundo de la fisiología humana, pocos sonidos son tan reconocibles y universalmente asociados al hambre como el resonar de nuestras tripas. Este curioso sonido, técnica y cariñosamente conocido como borborigmos, puede resultar una melodía incómoda en el silencio de una reunión o el preludio perfecto a una comida sabrosa.

Sin embargo, el porqué de este fenómeno va más allá de ser una simple señal de que es hora de comer. A continuación, exploramos los entresijos de esta cuestión, revelando la ciencia detrás de los ruidos de nuestro sistema digestivo cuando se despierta el apetito.

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CUESTIÓN DE HAMBRE: SEÑALES QUÍMICAS Y FÍSICAS

El cuerpo humano es un experto en emitir señales para mantener un equilibrio, y el hambre no es una excepción. El estómago y los intestinos vacíos liberan péptidos y hormonas que comunican al cerebro la necesidad de nutrientes. En respuesta a estas señales, el cerebro, a través del hipotálamo, da la orden de iniciar el complejo motor migratorio y el sonido que acompaña este proceso se convierte en una señal más para que recordemos comer.

Es fascinante cómo incluso la sensación de hambre y la respuesta a la falta de alimentos puede ser una experiencia sensorial compleja y multifacética, que involucra aspectos físicos y hormonales. Algunas de estas hormonas, como ghrelina, son conocidas por inducir tanto el apetito como el proceso gastrointestinal que resulta en borborigmos.

Asimismo, factores psicológicos y ambientales pueden influir en la percepción de los ruidos estomacales. Por ejemplo, en entornos silenciosos o cuando estamos más enfocados en nuestra sensación de hambre, podemos notar más estos sonidos. Esto se debe a que nuestra atención y sensibilidad sensorial se intensifican cuando el cuerpo busca una señal para la alimentación.