El Escorial de La Mancha, un lugar lleno de historia que pocos conocen. En el corazón de la pintoresca región de La Mancha se encuentra un tesoro arquitectónico y cultural que ha estado esperando pacientemente su redescubrimiento: el Monasterio de Uclés, conocido como el «Escorial de La Mancha».
Este monumento renacentista, que alguna vez fue el centro neurálgico de la Orden de Santiago, ha permanecido cerrado por décadas, sumido en la quietud de su historia. Sin embargo, gracias a la reciente iniciativa de la Fundación Fernando Núñez, el monasterio está cobrando vida nuevamente, ofreciendo a los viajeros una oportunidad única de explorar sus fascinantes rincones y sumergirse en su legado.
Construido a lo largo de los siglos XVI al XVIII, el Monasterio de Uclés fusiona distintos estilos arquitectónicos que narran la historia de España: desde el plateresco que adorna su ala este, hasta el herreriano que domina su imponente iglesia, pasando por la ornamentación churrigueresca que adorna su fachada principal. Cada rincón de este majestuoso edificio cuenta una historia, desde los medallones tallados con figuras ilustres hasta los frescos que adornan sus techos, llevando a los visitantes a un viaje en el tiempo a través de los siglos de esplendor y grandeza.
Pero el encanto de Uclés no se limita solo a sus muros históricos. La ubicación estratégica del monasterio, que se alza sobre un altozano con vistas panorámicas de Cuenca, añade un toque de misterio y romance a esta joya arquitectónica. Además, las iniciativas de la Fundación Fernando Núñez, que van desde la apertura de antiguas puertas tapiadas hasta la integración de eventos culturales y musicales, ofrecen a los viajeros una experiencia enriquecedora y única.
Con su rica historia, su belleza arquitectónica y su programa cultural en pleno auge, el Monasterio de Uclés emerge como un destino de viaje ideal y asequible para Semana Santa, invitando a los visitantes a descubrir los tesoros ocultos de La Mancha.
1Historia de Uclés, el Escorial de La Mancha: de la época íbera a la reconquista cristiana
La historia de Uclés se remonta a tiempos milenarios, cuando sus tierras eran habitadas por poblaciones íberas que encontraron en su estratégica ubicación un lugar propicio para establecerse. Situada en un altozano que dominaba el paisaje de Cuenca, la posición geográfica de Uclés la convirtió en un enclave clave desde tiempos antiguos. Los romanos reconocieron su importancia al incluirla en la traza de una de sus calzadas principales, uniendo así a esta villa con el resto del imperio. Más tarde, durante la época visigoda, Uclés se consolidó como una ciudad fortificada, preparada para resistir las embestidas de los invasores.
Con la llegada de los musulmanes, Uclés adquirió un nuevo protagonismo, convirtiéndose en un enclave defensivo crucial en la frontera entre los reinos cristianos y el territorio musulmán. La Reconquista marcó un hito en su historia, cuando en el año 1085, Alfonso VI de Castilla la conquistó, estableciendo así la presencia cristiana en la región. Este episodio marcó el inicio de una nueva era para Uclés, que se convirtió en un bastión de la Orden de Santiago, cuyos caballeros desempeñaron un papel crucial en la defensa y repoblación de la zona durante siglos.