El cacao cotiza en el mercado, como las acciones, el acero, el cobre y otras materias primas. Desde los mínimos de 2022, el precio del cacao se ha disparado un 200%, hasta rondar los 6.300 dólares por tonelada, un nivel que ha llegado a superar a finales de febrero, hasta rondar los 6.800 dólares. Todo ello, a las puertas de Semana Santa, cuando se espera un fuerte consumo de dulces elaborados con delicioso chocolate tanto en Europa como en EE UU y Canadá. Los tradicionales huevos de Pascua se están elaborando en el último trimestre, pero los precios se dispararán a máximos históricos, con alzas del 30% respecto al mismo período del año pasado.
Estas subidas en el precio del cacao responden a un mercado especulativo, pero no a las presiones inflacionistas que se han vivido desde mediados de 2021. De hecho, esta materia prima da un salto vertiginoso en los últimos meses, hasta triplicarse respecto al mismo período del año pasado en el mercado. Lo mismo está ocurriendo en otras cosechas con una alta demanda, como los frijoles, base en la comida en numerosos países, especialmente en América Central y Latinoamérica.
Las subidas se deben a la escasez de la oferta, con una sequía bestial en Costa de Marfil y Ghana. Estos dos países tienen un peso del 66% de la producción de granos de cacao en mundo, mientras sus cultivos este año no han dado precisamente una mala cosecha, sino una de las peores que se recuerda, con un rendimiento muy muy bajo.
SEQUÍAS TRAS LAS FUERTES LLUVIAS, EL COLAPSO DEL CACAO
Los fenómenos meteorológicos llevaron fuertes lluvias durante el pasado año, pero han dado paso a un calor extremo después que ha quemado las flores y secado los campos. En este sentido, se ha perdido cerca del 11% de la producción mundial y numerosas empresas están haciendo acopio de la materia prima para evitar quedarse sin género, como ha ocurrido con el aceite de oliva en España.
Quedaría todo en manos de unos pocos
La maquinaria de las fábricas, por su parte, no se detiene y las empresas, lejos de asumir el aumento de los costes de producción, los trasladan a los consumidores finales con el fin de reducir las pérdidas. Además, está el riesgo de reduflación, vender una menor cantidad de producto al mismo precio que antes para evitar que los consumidores dejen de comprar.
EL CACAO Y LA SUBIDA DE MATERIAS PRIMAS
Asimismo, las empresas se reinventarán con nuevos productos donde el chocolate sea un añadido, como mezclarlo con galleta o bien otro tipo de materias primas con el fin de mantener el peso de los envases, aumentar los precios y reducir el porcentaje de cacao.
La crónica del precio del cacao no es más que el fruto de un efecto dañino y la actuación de los especuladores, ávidos de rentabilidad con cualquier activo ante la escasez de buenas inversiones en los mercados de renta variable. La irrupción de estos buitres del cacao no es más que una consecuencia, pero esta vez afecta directamente a los consumidores, especialmente a los más golosos.
Una solución propuesta es el control de los especuladores, evitar que estas materias primas puedan cotizar en el mercado al afectar directamente a pueblos en países subdesarrollados, así como a consumidores. Pero en el mercado esta opción cala negativamente, al tiempo que otros proponen únicamente cultivos sostenibles, que cortan la producción, como también el rendimiento a nivel mundial. «Quedaría todo en manos de unos pocos», señalan fuentes del mercado.
LA UE PROHÍBE LA VENTA DE CACAO DE LA DEFORESTACIÓN
En cuanto a la situación, si el tiempo no mejora la caída de la producción podría ser la tónica y no es precisamente halagüeña, con caídas de la producción a la mitad. El principal problema es el elevado coste de los fitosanitarios, así como fertilizantes y pesticidas, una situación que no pueden asumir agricultores pequeños y medianos, mientras que no se plantan árboles debido a su coste de mantenimiento. Sin nueva savia y con los envejecidos árboles se genera un menor rendimiento, una menor producción que retroalimenta la espiral de las subidas de la cotización y del precio al consumidor final.
Como ocurre con el campo español, los agricultores no perciben ni una mínima parte de las subidas de estos precios, un rendimiento que se quedan intermediarios y partes altas de la cadena alimentaria. Las promesas de pagar más a los campesinos se quedan en eso, únicamente buenas palabras. En caso de no aceptar las indicaciones de intermediarios corren el riesgo de quedarse con la cosecha y sin un euro de más en el bolsillo.
Los bajos precios en origen, además, dan paso también a una masiva deforestación ante la necesidad de mantener una alta producción para generar un mayor y escaso rendimiento. Mientras tanto, la UE presiona para evitar las ventas de cultivos en tierras deforestadas, pero se desconoce prácticamente el origen del cacao. Además, es un riesgo que asumen los agricultores, cada vez más empobrecidos, pero en ningún caso las empresas y los especuladores.