La Agrupación de Tráfico de la Guardia Civil se encuentra en el ojo del huracán por la polémica elección de sus nuevos vehículos de servicio. Según denuncia la Asociación Española de Guardias Civiles (AEGC), los coches adquiridos presentan varias deficiencias que no solo infringen las normas de tráfico impulsadas por la Dirección General de Tráfico (DGT) que ellos mismos deben hacer cumplir, sino que también comprometen la seguridad de los agentes. La AEGC ha señalado dos problemas principales: el reducido tamaño del maletero de los vehículos y su limitada autonomía. Esto obliga a los guardias a transportar material como conos, señales o chalecos antibalas sueltos en los asientos traseros, contraviniendo las normas de tráfico y creando un peligro potencial en caso de accidente. Además, la corta autonomía de apenas 325 km dificulta que puedan cumplir con sus labores habituales de vigilancia en carretera. En este artículo te contaremos que repercusión tuvo en la ciudadanía este “desliz” de la Guardia Civil y hablaremos de qué medidas tienen pensado tomar al respecto.
3La geografía, un problema para la recarga
A las limitaciones de autonomía de estos vehículos se suma la carencia de infraestructura de puntos de recarga rápida en las largas carreteras secundarias y comarcales que deben patrullar a diario. Los agentes de la Guardia Civil se enfrentan al enorme reto logístico que supone encontrar dónde detenerse para repostar energía. Esta dificultad puede terminar dejándoles literalmente tirados en pleno servicio. Un vehículo que se queda sin energía por diseño, lejos de cualquier toma, no solo viola las normas, también compromete severamente su capacidad para cumplir las funciones esenciales de control y auxilio del tráfico.