El profesor de Psicología Juan Manuel Machimbarrena, de la Universidad del País Vasco (UPV), ha advertido de que establecer una edad mínima para el uso de los móviles «no servirá de nada» si no va acompañado de «una educación en el uso de la tecnología».
Así lo ha expresado en la LI Semana de Humanidades de la Academia de Ciencias Médicas de Bilbao, que se ha celebrado entre este martes y este jueves en la Sociedad Bilbaina, bajo el eje temático ‘Una mirada a la salud mental de niños y adolescentes’.
En este punto, ha señalado que es «especialmente relevante» el uso que los propios adultos hacen de la tecnología y la forma en la que enseñan a usarla «a través de sus actos».
Al hilo, Machimbarrena ha mencionado el concepto de mediación parental. «Este concepto se centra en el diálogo acompañado y una protección en el proceso de aprendizaje del uso de Internet por parte de los padres hacia los hijos». A su juicio, aquí reside «la clave» para que los menores hagan un mejor uso y prevenir la aparición de los riesgos asociados.
El psicólogo ha recordado que la tecnología «está muy presente» en la vida de los adolescentes, «hasta tal punto que su realidad ya no está dividida en un mundo real y otro virtual, sino que se constata una co-construcción de ambos mundos».
«Esto ha derivado en que la forma de mostrarse al mundo ‘on line’ sea una parte relevante de sus vidas», ha asegurado. De este modo, para discernir el significado de esta realidad social, el experto ha destacado que «la tecnología no es intrínsecamente mala ni buena, pero tampoco es inocua».
Esta importancia de lo digital lleva a posibles riesgos como el ciberacoso, el abuso de la tecnología u otros peligros como el ‘fear of missing out’ (Fomo), es decir, el miedo a perderse algo. «Pero no todos los adolescentes hacen un uso negativo de la tecnología, y esto también es destacable», ha puntualizado.
AUTOIMAGEN E IDENTIDAD EN LA ADOLESCENCIA
A continuación, según ha destacado Eva Sesma, psiquiatra de la infancia y la adolescencia en el Hospital Universitario Basurto y profesora de Neurociencias de la UPV, «en la adolescencia, etapa caracterizada por la multiplicidad de cambios que acontecen, se experimenta una crisis de identidad profunda» porque «se plantean nuevas cuestiones y las primeras grandes reflexiones de la vida».
Según ha descrito la psiquiatra, los adolescentes «establecen vínculos nuevos y sienten la sexualidad y el amor no familiar por primera vez». También experimentan, por otro lado, la soledad que supone «enfrentar su propia vida y la responsabilidad de recorrer su propio camino».
A este respecto, ha señalado que es «imprescindible» que, aunque los adolescentes sientan que muchas cosas cambian, «siguen perteneciendo a una familia que les quiere y en la que ocupan un lugar reconocido al que siempre pueden volver».
Para la experta, acompañarles durante este periodo consiste en «sostenerles para que puedan navegar libremente por sus emociones, ponerles límites para que se sientan seguros, y apoyarles para que desarrollen una autoestima suficiente y un sentido de identidad cohesionado que les permita construir una vida que les pertenezca y represente».