El viejo satélite de la ESA ingresa en la atmósfera y cae entre Alaska y Hawaii

El satélite de teledetección ERS-2 de la ESA ha ingresado en la atmósfera este miércoles cayendo concretamente a las 17.17 horas sobre el Oceáno Pacífico Norte entre Alaska y Hawaii, según ha confirmado la ESA, tal y como estaba programado.

La ESA publicó imágenes de la nave tomadas desde otros satélites el 14 de enero, el 28 de enero, el 29 de enero y el 3 de febrero, cuando el viejo satélite todavía se encontraba a una altitud de más de 300 kilómetros. Según estaba previsto, al descender de los 80 kilómetros comenzaría su desintegración.

Las predicciones de reentrada para el satélite se centraban en el 21 de febrero a las 00.19 hora UTC, con una horquilla de +/- 25 horas. La masa del ERS-2 en el momento del lanzamiento (incluido el combustible) era de 2.516 kilogramos.

Finalmente, la ESA ha confirmado el reingreso atmosférico a las 17.17 horas UTC (18.17 CET) +/- 1 minuto sobre el Océano Pacífico Norte entre Alaska y Hawaii.

Lanzado sobre un cohete Ariane-4 desde el Centro Espacial Kourou en la Guayana Francesa el 21 de abril de 1995, el ERS-2 fue uno de los primeros satélites de observación de la Tierra de la ESA. ERS-2 monitoreó masas de tierra, océanos, ríos, vegetación y las regiones polares de la Tierra utilizando sensores de luz visible y ultravioleta. ERS-2 cesó sus operaciones en septiembre de 2011.

A modo de contexto, las reentradas recientes de alto perfil incluyen el satélite UARS (6,5 toneladas, en 2011) y el enorme propulsor Gran Marcha-5B que lanzó el módulo central de la Estación Espacial Tiangong de China a finales de 2022 (con un peso de 23 toneladas).

La ESA aprobó su primera política de mitigación de desechos espaciales en 2008, 13 años después del lanzamiento del ERS-2. En 2011, la ESA decidió volver a entrar pasivamente en el satélite y comenzó una serie de 66 maniobras de desorbitación para reducir su órbita de 785 kilómetros a 573 kilómetros. Con el combustible agotado y las baterías agotadas, ERS-2 está sucumbiendo ahora a la creciente resistencia de la atmósfera terrestre a medida que nos acercamos al pico del ciclo solar actual.