La Copa del Rey de baloncesto volvió a quedar en su 88ª edición entre Real Madrid y Barça, después de la sorpresa el año pasado de un Unicaja que esta vez no pudo llegar lejos en casa, en un Martín Carpena que se alió con los blancos como en 2020 dándoles el título y dejando tocado a su eterno rival en medio de un proyecto nuevo.
El conjunto de la capital saldó cuentas pendientes en el ‘torneo del ko’ después de cuatro finales perdidas contra el Barça. Málaga, donde había ganado su último título en 2020, sonrió al Real Madrid en la vuelta de la Copa al pabellón cajista, con el punto extra de literatura de otorgar el MVP también a Facundo Campazzo.
Así, la historia se repitió con el equipo de Chus Mateo en la cresta de la ola. «Gracias a Dios he venido a corroborar algo que el Real Madrid ya tenía en su ADN», dijo en rueda de prensa el técnico que asumió el reto de hacerse cargo del mejor equipo de Europa después de una era gloriosa con Pablo Laso (22 títulos en 11 temporadas).
El cambio de ciclo no fue amable ni sencillo, repleto de dudas sobre el que había sido segundo técnico del vasco. Sin embargo, Mateo reconquistó en su primera temporada la Euroliga para los blancos, cinco años después, y reafirmó este domingo el gen ganador del equipo madridista haciendo lo mismo con una Copa esquiva últimamente.
Los blancos triunfaron en Málaga pese a que el 2024 les había puesto a prueba, aunque remaron siempre tranquilos con el colchón de un primer tramo casi perfecto. Las bajas por lesiones y la cuesta de enero se convirtieron en rampa de despegue en el Carpena, donde rubricaron tres asaltos con pocas fisuras en modo campeón.
El UCAM Murcia nada pudo hacer pese a que dio algo de suspense en el segundo tiempo y la victoria fue contundente contra el Valencia Basket, un equipo de temible músculo y mentalidad fuerte como se vio contra Dreamland Gran Canaria en cuartos. Para rematar, después de perder las cuatro anteriores con el Barça, el Real Madrid impuso su agresividad en defensa y supo jugar mejor la final.
De vuelta de blanco esta campaña y como si no se hubiera marchado, Campazzo volvió a salir MVP, pero el ‘Mejor Jugador’ del torneo pudo ser compartido. «Acabó la final y no sabíamos quién iba a ser el MVP», dijo Mateo, prueba de que en los blancos siguen funcionando muchas cosas. Vincent Poirier estuvo quizá a la par que el base argentino, vital como el último mes por la ausencia de un Edy Tavares que pagó la inactividad y que ni siquiera jugó en el decisivo cuarto final.
Ahora, las dudas que tuvo que soportar Mateo las tendrá que seguir llevando Grimau hasta que cumpla con la exigencia de engordar las vitrinas. El excapitán azulgrana subió el crédito gracias a un 2024 halagüeño, pero no terminó de espantar esas dudas en la Copa, donde antes se hicieron fuerte el Barça de Svetislav Pesic (2018 y 2019) y también el de Sarunas Jasikevicius (2021 y 2022).
MÁLAGA DEJA LA BOLA EN EL TEJADO AZULGRANA
El cuadro culé arrolló al BAXI Manresa y, sobre todo, al Lenovo Tenerife con el mejor cuarto de la historia de la Copa (40 puntos). Los canarios habían dado la única campanada del torneo, la revancha de la última final eliminando a un fuerte defensor del título y anfitrión como Unicaja, pero sufrieron el fluir de un Barça crecido.
El equipo de Grimau llegó a la final tras 210 puntos y se vio frenado en seco. La Copa se dejó de más sorpresas y volvió a repartirse en el Clásico, como en las 13 finales hasta la del año pasado en Badalona. A la hora de la verdad, el equipo culé no estuvo a la altura y, en su mal trago, se cebó con los árbitros denunciando que el criterio a la hora de pitar faltas favoreció al rival.
Lo cierto es que al Barça le faltó hambre, algo de Nico Laprovittola o de Willy Hernangómez, dos figuras que representan el Barça en su conversión, de defensa al límite y de la tranquilidad que no tiene un equipo con urgencia de ganar. El último título de Liga, en la despedida de Jasikevicius y unos cuantos jugadores referentes como Nikola Mirotic, queda lejos para los catalanes.
En el Carpena, el equipo de Grimau se llevó el palo de perder otra final contra el Real Madrid. La de la Supercopa llegó muy pronto y, cinco meses después, la Copa pilló al barco azulgrana en su mejor momento, pero no aprovechó la oportunidad. El ADN ganador que decía Mateo lo mantiene el Madrid y el Barça tendrá la muesca de Málaga cuando ambos equipos, seguramente, vuelvan a encontrarse en la lucha por la Liga y quizá también por la Euroliga.