Uber oculta el caos español en los datos del delivery y Latinoamérica

«España es un mercado demasiado regulado, uno en el que nos está yendo realmente bien», aseguraba hace meses Dara Khosrowshahi, CEO de Uber, sobre el país. Pero la realidad va más allá de España: la nueva regulación europea de trabajo en plataformas, la negociación del convenio de nuevo contrato en varios países y el llamado a huelga de ayer durante San Valentín en Estados Unidos, Francia o Asia son problemas evidentes que la empresa ignora durante su presentación de resultados. 

Es cierto que si pueden hacerlo es porque globalmente los números los acompañan. La empresa mejoró sus datos de reservas de vehículos un 30% y aumentó hasta los 19 millones los usuarios registrados al servicio de suscripción Uber One. Son buenos datos, sobre todo después de que 2020, 21 y 22 significaron pérdidas importantes para la empresa que arrastró el daño pandémico, pero los buenos números no tapan los problemas internos de la empresa. 

Sobre todo sufre por su relación con sus conductores. Aunque el tiempo ha demostrado que los problemas reputacionales no terminan apartando a los usuarios, más preocupados por el precio y la disponibilidad de los conductores o los riders cuando piensan en delivery, también es cierto que esto ha hecho que regulaciones que no les benefician sean populares, y en España esto empieza a ocurrir incluso en las ciudades y comunidades autónomas donde hasta ahora se había abrazado su modelo de negocio. 

Los casos de Madrid y Andalucía son especialmente incómodos. La capital, en especial, había sido un buen espacio para estas aplicaciones, que permitió a las empresas como Cabify, Uber y Bolt, operar cómodamente con una serie de libertades que no tienen en ciudades como Barcelona o que aún son un misterio con ciudades como Valencia. Por ello, medidas como el control de precio anunciado por la capital o las limitaciones por zona que tienen en tierras andaluzas pueden ser dolorosas. 

Además, se suma la dificultad para aplicar las medidas que han funcionado en Latinoamérica y Asia debido a las regulaciones locales. Por un lado, en Asia se mantiene la relación complicada con los trabajadores, que empujó a varios países del continente a unirse a la huelga de San Valentín, y en los territorios latinos, uno de sus grandes productos son los viajes en «vehículos de dos ruedas», es decir en moto, lo que no parece una opción demasiado fácil de adaptar a los territorios europeos que sus directivos deciden ignorar al presentar resultados. 

UBER PARTE DE LA COMPLICADA NEGOCIACIÓN CON LOS SINDICATOS

Además, en España es posible que Uber deba hacer cambios en lo que paga a sus trabajadores. La empresa, o al menos Auro y Vecctor, las empresas dueñas de las licencias y los vehículos de las VTC en el país, están justamente en pleno proceso de la negociación de un nuevo contrato con sus conductores, evidentemente la parte más importante del funcionamiento de la empresa, lo que puede aumentar el costo operativo de la empresa en el país si los trabajadores consiguen su principal exigencia: Un aumento del pago mínimo mensual, antes de los bonos operativos, de al menos 1800 euros mensuales. 

Dado que la negociación ha tenido al menos una amenaza de huelga en los primeros pasos, debido a las diferencias entre la petición de los sindicatos y la situación actual que mantiene el pago básico a los conductores en el sueldo mínimo. Es una realidad complicada, sobre todo cuando los trabajadores recuerdan lo complicado que es cumplir con las exigencias de tiempo y calificaciones necesarias para poder cobrar las bonificaciones por rendimiento. 

Es un problema que puede hacer incluso más difícil la situación de las empresas, sobre todo cuando los datos demuestran que una huelga en España sería catastrófica para ellos. Sumado a las presiones de sectores como el Taxi, que hacen lo posible para captar conductores de VTC para sus vehículos, y las presiones políticas de partidos como Sumar, que se han puesto en contra de este modelo de aplicaciones, los datos fuera del continente no necesariamente serán suficiente para defenderse. 

LATINOAMÉRICA: UN MERCADO CON MENOS RESTRICCIONES

Exceptuando países como Chile, donde las pocas empresas de VTC que existen lo hacen en un espacio gris de la ley que el Gobierno ha prometido cubrir, la mayoría de los países de América latina donde operan empresas de este tipo lo hacen sin preocuparse por regulaciones como la española, o incluso como las francesas o británicas. Eso les da algo más de maniobra, lo que se traduce en sus buenos resultados en esta región.

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Es la principal diferencia entre cómo operan en España y lo que pueden esperar para pensar en ingresos. En esto Uber no es la principal afectada, Cabify, el importante unicornio español, puede sufrir mucho más que ellos, pues su principal mercado sigue siendo el local, y probablemente lo siga siendo en los próximos años.