Café vs té: cómo afecta cada uno de ellos a tu cuerpo y salud

En la eterna disputa entre los amantes del café y los defensores del té, no solo los gustos personales juegan un papel fundamental. Estas dos bebidas milenarias tienen más que sabor y aroma para ofrecer; se trata también de cómo afectan a nuestro organismo y, en última instancia, a nuestra salud. El café, negro como la noche y estimulante por antonomasia, y el té, con su variedad de tonalidades y sutilezas, han sido objeto de numerosos estudios que buscan delinear sus efectos en el cuerpo humano. En este análisis, sin espacio para la subjetividad de los paladares, apuntamos a entender científicamente cómo inciden estas bebidas en nuestra salud.

Durante décadas, la ciencia ha tomado el relevo para investigar qué hay detrás de esa taza de café o té cotidiana. ¿Reduce el riesgo de ciertas enfermedades? ¿Puede ser perjudicial su consumo excesivo? ¿Cuáles son las implicaciones a largo plazo? Aunque cada individuo puede reaccionar de forma diferente frente a ellos, existen patrones generales y hallazgos significativos que pueden servirnos de guía en el camino hacia el bienestar. Con más de 30 años en el periodismo digital y una mirada siempre puesta en la evidencia científica, desmenuzaremos a continuación los efectos contrastados de estas dos populares bebidas.

LA CARGA DE CAFEÍNA: ESTIMULACIÓN Y SUS LÍMITES

La Carga De Cafeína: Estimulación Y Sus Límites

Las propiedades estimulantes del café son conocidas por todos. La cafeína, su principal alcaloide, actúa sobre el sistema nervioso central, incrementando la capacidad de concentración y reduciendo la sensación de fatiga. No obstante, la dosis hace al veneno, como advierte el refrán. El consumo excesivo de café puede llevar a efectos adversos como insomnio, nerviosismo o incluso palpitaciones cardíacas en personas susceptibles. Además, la cafeína posee un efecto diurético que, si bien puede ser positivo para la función renal, también implica un riesgo de deshidratación si no se compensa con una adecuada ingesta de líquidos.

La absorción de la cafeína es rápida, comenzando sus efectos entre los 15 y los 30 minutos después de su ingesta y pudiendo llegar a un pico en el torrente sanguíneo alrededor de una hora después. Pero no solo la cantidad de cafeína es relevante; también lo es el momento de consumo. Beber café por la tarde o noche puede entrometerse con los patrones de sueño, por lo que los expertos a menudo recomiendan disfrutar de esta bebida durante la mañana o primeras horas de la tarde.

La relación entre el café y enfermedades como la diabetes tipo 2, el Parkinson o algunas formas de cáncer ha sido explorada en diversos estudios. A menudo, se ha observado una asociación inversa entre el consumo moderado de café y el riesgo de estas patologías, aunque es crucial comprender que la correlación no implica causalidad y que el estilo de vida en su conjunto juega un rol determinante en la salud.

En cuanto al té, el segundo alcaloide más conocido después de la cafeína es la teína, que es en realidad el mismo compuesto químico, pero a menudo presente en menor concentración. El cuerpo absorbe la cafeína del té de manera más lenta, proporcionando un efecto energizante más prolongado y matizado, sin los picos y caídas asociados comúnmente al café.

BENEFICIOS ANTIOXIDANTES Y EFECTOS CARDIOVASCULARES

Tanto el café como el té son ricos en antioxidantes, aunque los tipos y cantidades varían entre ambas bebidas. Los antioxidantes son sustancias capaces de neutralizar los radicales libres, moléculas inestables que pueden dañar las células y están implicadas en el proceso de envejecimiento y en el desarrollo de enfermedades.

El té verde, en particular, es famoso por su alto contenido en catequinas, un tipo de antioxidante que ha llamado la atención por su potencial para mejorar la función endotelial y reducir el riesgo de enfermedad cardiovascular. Estudios epidemiológicos sugieren que el consumo regular de té verde está asociado con una menor incidencia de ciertos tipos de cáncer, aunque, como siempre, es prudente acoger estos datos con un enfoque crítico y en el contexto de una dieta equilibrada.

Por su parte, el café también aporta un elenco de compuestos antioxidantes, incluyendo el ácido clorogénico y la quinina. La búsqueda de una relación directa entre el consumo de café y la protección cardiovascular ha ofrecido resultados variados, con algunas investigaciones apuntando a un impacto positivo moderado y otras destacando los posibles riesgos asociados a un consumo excesivo, como un aumento en la presión arterial.

CULTURA DE CONSUMO: DESMITIFICANDO LOS MITOS

Cultura De Consumo: Desmitificando Los Mitos

La cultura del café y del té es tan antigua como diversa, y con ella, ha surgido un cúmulo de mitos y creencias populares. Por ejemplo, hay quien asegura que el café es malo para los huesos, cuando en realidad la evidencia científica no sostiene esta afirmación de manera concluyente. Es cierto que el café puede interferir con la absorción de calcio, pero el efecto es mínimo y no parece ser suficiente para afectar la salud ósea de manera significativa en personas que mantienen una ingesta adecuada de calcio.

Asimismo, se ha tildado al té de ser la bebida ‘más sana’, sin embargo, esta percepción debe matizarse. Si bien el té puede tener propiedades beneficiosas, su efecto en la salud general depende de muchos factores, incluyendo la variedad, la forma de preparación y la cantidad ingerida. Además, ambos, café y té, pueden contener sustancias nocivas si no se cultivan y procesan adecuadamente, un aspecto que la tendencia creciente hacia productos orgánicos y de comercio justo está ayudando a mitigar.

La decisión de elegir café o té implica considerar tanto los gustos personales como el conocimiento sobre sus efectos en la salud. No hay una respuesta única o definitiva sobre cuál es ‘mejor’, ya que ambos tienen sus pros y contras. Lo que sí podemos afirmar es que, consumidos con moderación y en el contexto de un estilo de vida saludable, café y té pueden formar parte de una dieta variada y equilibrada, contribuyendo a nuestro bienestar sin riesgos significativos.

IMPACTO DIGESTIVO Y METABÓLICO: ¿AMIGOS O ENEMIGOS DEL ESTÓMAGO?

Impacto Digestivo Y Metabólico: ¿Amigos O Enemigos Del Estómago?

Muchas veces nos preguntamos, ¿cómo afectan el café y el té a nuestro sistema digestivo? La respuesta, como en muchos aspectos de la nutrición, es compleja. El café ha sido señalado como posible irritante estomacal y se le ha relacionado con la acidez o reflujo gastroesofágico en ciertas personas. Sin embargo, más allá de estas molestias puntuales, un consumo moderado de café no tendría por qué perjudicar la salud gastrointestinal. Aún más, algunos estudios sugieren que el café podría favorecer la motilidad intestinal. La clave, una vez más, radica en la moderación y en el conocimiento de nuestro propio cuerpo.

En cuanto a la velocidad metabólica, la cafeína es conocida por su capacidad para aumentar el metabolismo basal —la cantidad de energía que el cuerpo quema en reposo— y favorecer, modestamente, la pérdida de peso en el contexto de una dieta controlada. Pero, como con cualquier sustancia activa, es importante no caer en la simplificación de ver el café como una ‘poción mágica’ para adelgazar.

Por otro lado, el té, especialmente el verde, ha ganado fama como aliado en la gestión del peso. Sus compuestos, catequinas y cafeína, han mostrado un potencial sinérgico para aumentar el gasto de energía y promover la oxidación de las grasas. Aunque es vital subrayar que ningún alimento o bebida por sí solo constituye una solución milagrosa para la pérdida de peso.