Para nadie es un secreto lo controvertido que ha sido Ernest Urtasun desde su llegada al ministerio de Cultura en noviembre del año pasado. Pero lo que ha sido una sorpresa es la decisión del PSOE, tomada finalmente por el propio Pedro Sánchez, de que la presidencia tenga su propio Departamento de Asuntos culturales, cuyo director tendrá el rango de director general. Es un duro golpe a la influencia política de SUMAR, y es fácil imaginar que haya reacciones internas en el Gobierno.
Pero aunque la decisión del ministro de protagonizar un nuevo capítulo en la «guerra cultural», insistiendo en la necesidad de «descolonizar» los museos o de atacar la tauromaquia, hayan causado la decisión, la preocupación ahora es cómo se dividirán las labores dado que el Gobierno no ha dado señales de desarmar la cartera, y lo abstractas que llegan a ser sus labores puede ser complicado dividir las mismas entre el ministerio y este nuevo departamento, sobre todo sin causar choques internos en la coalición de la investidura.
De momento sabemos dos tareas que no podrá mantener el ministerio: El liderazgo de la aplicación del estatuto del artista, diseñado originalmente por el ahora exministro Miquel Iceta, y a esto se suma que desde presidencia se podrá tomar decisiones sobre los programas diseñados por la Unión Europea, los que desde Sumar esperaban sirvieran para aumentar el perfil internacional no solo de su portavoz sino también de las ideas de su partido.
Es además una decisión tomada en un momento clave en el que la cultura es clave para el sueño de Sánchez de darle un mayor alcance a la ‘marca España’. Hay dos cintas españolas nominadas a los Oscar en diferentes categorías (mejor película internacional, y mejor película animada), una de las principales estrellas de pop del mundo es española y desde la presidencia se anunció que el país albergará la próxima edición de Mondiacult, el encuentro de políticas culturales organizado por la Unesco, sin la presencia del ministro.
A esto se le suma la complicada relación del ministro con la industria cultural del país. De hecho, según ha reportado el diario ABC, el ministro se ha planteado eliminar la Dirección General de Industrias Culturales, Propiedad Intelectual y Cooperación, cargo que en este momento ostenta Carmen Páez. Por tanto, es fácil imaginar que parte de estas tareas sean adoptadas por el nuevo departamento de asuntos culturales.
EL BONO CULTURAL Y LAS SUBVENCIONES COMO PUNTO DE DISCUSIÓN
Además de ser un altavoz clave, en particular en el que colocar al portavoz de un partido, el ministerio de cultura define varias becas y subvenciones, además de ser el ministerio encargado del bono cultural. Aunque de momento, el BOE fue publicado ayer en la mañana, no se ha comentado sobre el efecto que el nuevo departamento tendrá sobre estas medidas, es importante seguir de cerca estas decisiones. Dado que en casos de grandes eventos las subvenciones muchas veces pasan por las comunidades autónomas, o vienen de ambas partes al mismo tiempo, habría argumentos para que estas tareas quedarán en manos del nuevo departamento.
Además, es fácil pensar que desde las comunidades se busque argumentar en este nuevo departamento cuando alguna de las medidas del ministerio afecten a las comunidades autónomas. Vale seguir de cerca la situación de promesas como la «descolonización» de los museos o bien el choque con la tauromaquia, contra la que el ministro se ha declarado abiertamente.
LA COMPLICADA SITUACIÓN DE URTASUN DEJA SUS LABORES EN EL AIRE
Lo bueno para Urtasun es que con este nuevo departamento su pluriempleo como portavoz y ministro puede quedar reducido a que al menos haya un puesto de medio tiempo. Parte del problema de su labor estos primeros meses es que al hacer las dos cosas al mismo tiempo, muchas veces el puesto de cultura, un puesto clave para una industria que en España es más que dependiente de las ayudas públicas, no era más que un espacio para expresar posiciones ideológicas clave del partido.
Pero la situación de Urtasun no es más que una muestra más del complicado equilibrio de fuerzas en la coalición del Gobierno de Pedro Sánchez. Incluso con el partido con el que el PSOE tiene mejor relación hay motivos para sentirse incómodos, aunque al menos habrá otra figura que pueda responder a los problemas de la industria cultural, alejada de la complicada relación de Urtasun con algunas comunidades.