La justicia condena a Amazon por un engaño muy particular

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El 27 de noviembre de 2017, durante el evento del Ciber Monday, Amazon lanzaba con entusiasmo Amazon Flex, una plataforma diseñada para atraer a trabajadores autónomos que deseaban obtener ingresos adicionales realizando entregas de paquetes en sus propios vehículos. La estrategia era clara: expandir su capacidad logística a un costo considerablemente menor que el establecido para desarrollar internamente dicha infraestructura. No obstante, la viabilidad de esta iniciativa fue efímera. Cuatro años después de su implementación, la gigante de Seattle optó por retirar este ejército de repartidores, comenzando en España y extendiéndolo posteriormente a otros mercados europeos, como Alemania.

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Falsos autónomos, un gran problema en el mundo empresarial

La problemática de los falsos autónomos ha adquirido relevancia en el ámbito empresarial, generando condenas y debates legales. Recientemente, Amazon ha sido condenada por segunda vez debido a la utilización de miles de falsos autónomos en su programa Amazon Flex. Este modelo, que permitía a trabajadores repartir paquetes en sus vehículos personales, fue retirado por la multinacional ante los riesgos legales asociados.

En febrero de 2023, el juzgado de lo Social número 14 ya había dictaminado una sentencia similar, estableciendo que alrededor de 2.200 repartidores de Amazon Flex entre 2017 y 2019 tenían una relación laboral con la empresa. La reciente sentencia del juzgado de lo Social número 42 condena a la subsidiaria española de Amazon, considerando que los casi 3.700 trabajadores que participaron en Amazon Flex entre 2019 y 2021 eran también falsos autónomos.

La moralidad en las grandes empresas es una cualidad esencial que impacta en su reputación y en la percepción pública. Estas corporaciones, al tener una influencia significativa en la sociedad y la economía, deben abrazar la responsabilidad social y ética como pilares fundamentales de su actuación. La moralidad implica no solo cumplir con las obligaciones legales, sino también ir más allá, considerando el impacto de sus acciones en los empleados, clientes, comunidades y el medio ambiente.

Las grandes empresas deben demostrar transparencia en sus operaciones, fomentar la diversidad e inclusión, y comprometerse con prácticas comerciales justas. Además, la responsabilidad medioambiental se ha vuelto crucial, exigiendo esfuerzos sostenibles para mitigar el impacto negativo en el planeta. La adhesión a altos estándares éticos no solo construye una imagen positiva, sino que también contribuye al bienestar general.

En resumen, en las grandes empresas no solo es una expectativa ética, sino un imperativo para cultivar relaciones de confianza, impulsar la innovación sostenible y construir un futuro empresarial que priorice valores compartidos y el bienestar colectivo.

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