Una ciudad española vuelve a destacar. En un mundo cada vez más expuesto a los caprichos impredecibles de la naturaleza, la preparación ante desastres naturales se ha convertido en un criterio crucial para evaluar la resiliencia de las ciudades. En este contexto, un reciente ranking elaborado por Economist Impact, perteneciente a The Economist Group, ha arrojado resultados sorprendentes. Al evaluar 25 ciudades de todo el mundo según factores que abarcan desde la salud financiera hasta la calidad de las infraestructuras, se destaca una localidad española entre las diez más preparadas para enfrentar cualquier desastre natural.
Nueva York encabeza la lista con una destacada puntuación de 84,9 sobre 100, seguida de cerca por Los Ángeles, Londres y Singapur. Sin embargo, lo que llama la atención es la presencia de Barcelona en la novena posición, siendo la única ciudad española incluida en esta clasificación. Con una sólida puntuación de 79/100, Barcelona se posiciona como el mejor núcleo urbano de España preparado para sobrevivir y recuperarse ante situaciones adversas como incendios, nevadas e inundaciones, según los criterios evaluados por el estudio.
En un mundo donde la frecuencia e intensidad de fenómenos climáticos extremos están en aumento, el reconocimiento de ciudades preparadas para afrontar estos desafíos adquiere una relevancia sin precedentes. A través de este ranking, se destaca la importancia de la planificación y la resiliencia urbana en un contexto global marcado por la incertidumbre climática. Barcelona, al figurar entre las ciudades mejor preparadas, se erige como un ejemplo de cómo la gestión efectiva y la inversión en infraestructuras pueden ser clave para afrontar el impacto de la naturaleza con determinación y eficacia.
6Salud financiera y dimensión urbana
La salud financiera y la dimensión urbana son factores determinantes en la capacidad de una ciudad para afrontar desastres naturales. Una sólida salud financiera proporciona a las ciudades los recursos necesarios para invertir en infraestructuras resilientes, programas de preparación y respuesta ante emergencias, así como en la rehabilitación y reconstrucción después de un desastre. La disponibilidad de fondos también permite a las autoridades locales implementar medidas preventivas y de mitigación de riesgos a largo plazo, reduciendo así la vulnerabilidad de la ciudad frente a eventos catastróficos.
La dimensión urbana, por otro lado, juega un papel crucial en la capacidad de una ciudad para afrontar desastres naturales. Las ciudades más grandes pueden tener una infraestructura más compleja y extensa, lo que a menudo les otorga una mayor capacidad de recuperación y resistencia. Sin embargo, el tamaño del núcleo urbano también puede plantear desafíos logísticos y de coordinación durante situaciones de emergencia.
Por lo tanto, encontrar un equilibrio entre la escala del núcleo urbano y la capacidad de respuesta efectiva se convierte en una consideración importante para las ciudades en su búsqueda de resiliencia frente a desastres naturales. Estos aspectos cobran especial relevancia en la clasificación de Economist Impact, donde la salud financiera y la dimensión urbana son criterios clave para evaluar la capacidad de las ciudades para hacer frente a eventos adversos.