A pesar de que no figuraba entre los actos de su agenda oficial, el Rey Felipe VI ha querido demostrar su cariño por César Alierta asistiendo por sorpresa, y acompañado por el recientemente relevado como jefe de la Casa de su Majestad, Jaime Alfonsín, al funeral que se ha celebrado este jueves en Madrid en memoria del que fuera presidente de Telefónica durante 16 años.
Horas después de que la Reina Letizia fuese vista en el Zara de la calle Fuencarral -en pleno centro de la capital- acompañada por su estilista Eva Fernández y portando dos grandes bolsas de ropa tras arrasar en las rebajas, el monarca reaparecía en la iglesia de San Francisco de Borja y, por primera vez, se enfrentaba a a las preguntas sobre el divorcio de la infanta Cristina e Iñaki Urdangarín.
Una firma que se produjo en secreto y que se ha producido dos años después de que la ex duquesa de Palma se separase de su marido tras la publicación de unas imágenes del vitoriano paseando abrazado a Ainhoa Armentia, pero sobre la que la Familia Real prefiere no pronunciarse.
Muy serio, y rodeado de escoltas, el Rey Felipe ha dado la callada por respuesta acerca del divorcio de su hermana, dejando en el aire si ha podido hablar con ella tras convertirse de nuevo en una mujer oficialmente soltera ni cómo se encuentra doña Cristina tras haber disuelto su matrimonio con el padre de sus hijos.