Numerosos son los frentes que han puesto a Isabel Pantoja en el ojo del huracán mediático en este convulso final de 2023. A pocos días de que cierre el año actuando en el Palau Sant Jordi de Barcelona, la artista ha tenido que hacer frente al demoledor ataque de Francisco Rivera en televisión. Dirigiéndose a ella como «la innombrable» -no quiere decir su nombre porque según el hijo de Paquirri asegura que es «gafe» y ha dejado numerosos «cadáveres por el camino»- el extorero ha vuelto a reprocharle que no les haya entregado los enseres de su padre y la ha acusado de hacer algo «inhumano» con él y con Cayetano cuando tan solo eran unos niños.
Por otro lado, desesperada por saldar sus deudas millonarias con Hacienda ha vendido su ático de Fuengirola por una cantidad cercana a los 275.000 euros -la mitad de la vivienda, ya que la otra salió a subasta el año pasado- y podría deshacerse del resto de sus propiedades incluida Cantora para solventar por fin este acuciante problema que le quita el sueño.
Pero antes de dar el adiós definitivo a su piso en la localidad malagueña, Pantoja habría desvalijado el lugar, llevándose los splits de aire acondicionado, un lavabo de bronce e incluso las 79 puertas del ático, incluidas las de los muebles de la cocina. Algo cuanto menos extraño -¿para que las quiere?- que ha desatado fuertes críticas contra ella.
Sus polémicas no terminan aquí, ya que en los últimos días se ha especulado con que tendría problemas serios de salud que se estaría tratando en Córdoba, pero tan al límite es su situación económica que no podría permitirse dejar de cantar ni suspener ningún concierto, ya que los ha presentado como aval ante Hacienda.
Completamente aislada, Isabel ha pasado Nochebuena y Navidad en Cantora con su hermano Agustín Pantoja, y tal y como ha revelado su hija Isa en ‘Vamos a ver’, ni siquiera le ha feliciado las fiestas. Algo que demuestra que después de no asistir a su boda con Asraf Beno, no piensa en un posible acercamiento con la joven.
Sin embargo, y a pesar de que no está en su mejor momento, tiene que cumplir con sus compromisos profesionales y, a cuatro días de su actuación en Barcelona no le ha quedado más remedio que reaparecer y hacer frente a estos asuntos.
La cantante de ‘Marinero de luces’ llegaba a Madrid a última hora del martes 26 en avión privado, intentando esquivar a la prensa y las incómodas preguntas sobre las declaraciones de Francisco Rivera. Abandonaba la terminal ejecutiva en una furgoneta con cristales tintados y minutos después hacía su aparición en un céntrico hotel de la capital acompañada por Agustín y guardando silencio sobre los reproches del ex de Eugenia Martínez de Irujo, que no duda en definirla como «mala persona» y en asegurar que cuando se muera, antes de ir al «infierno», no le gustaría estar «en su pellejo» cuando tenga que verse las caras con Paquirri y explicarle por qué se ha comportado así con sus hijos.
Una indiferencia ante los ataques de Fran que también ha mantenido este miércoles, cuando ha abandonado el hotel para ensayar su próximo concierto. Después de varias horas poniendo a punto su voz y repasando su repertorio para arrasar en su regreso a Barcelona después de 7 años de ausencia, la artista regresaba al hotel sin aclarar si piensa demandar al extorero por sus declaraciones.
Escoltada por su hermano Agustín, con sus inseparables gafas de sol negras y su coleta tirante, y ocultando su rostro bajo una bufanda gris con la que no solo protegió la garganta sino su cara hasta la nariz, Isabel ha ignorado las preguntas de la prensa, guardando silencio no solo sobre la demoledora entrevista de Francisco sino también sobre la venta de su ático de Fuengirola y sus supuestos problemas serios de salud.