Uber, Cabify y Bolt tendrán limitada la subida de precios, que en algunos casos era disparatado. Así, como máximo tendrán que aplicar un incremento del 75% por encima del precio base. Ese finalmente parece que será el límite que Madrid impondrá a las VTC para subir sus precios en momentos o fechas de alta demanda. Es una limitante que la capital tiene tiempo discutiendo, y que todo apunta a que se aprobará junto al nuevo reglamento para estas empresas a principios del 2024. Es una decisión que se viene barajando en la Comunidad desde el Mad Cool de 2022, cuando algunos usuarios reportaron que los precios habían llegado hasta los 100 euros.
La medida no es la única que se incluye en el nuevo reglamento. Además, se exigirá que los conductores de Uber, Bolt y Cabify estén libres de condenas contra la libertad sexual, que los coches tengan opciones para personas con movilidad reducida desde enero de 2025 y que los conductores tengan dos años de antigüedad del permiso B y haber superado pruebas de manejo de dispositivos digitales, primeros auxilios, dominio del castellano y conocimiento de lugares importantes de Madrid.
Es decir, la nueva ordenanza que regulará el servicio de Uber, Cabify y Bolt acercará las nuevas exigencias a las que tienen los taxistas para trabajar en la capital. Al mismo tiempo, no es la prohibición que algunos miembros del sector estaban. En cualquier caso, algunas de estas empresas ya habían asumido limitaciones parecidas precisamente después de la controversia con el festival madrileño, particularmente Cabify, pero al mismo tiempo el que esté reglamentada la decisión prueba el cambio de criterio del Gobierno de Isabel Díaz Ayuso sobre este tipo de aplicaciones de transporte.
En cualquier caso, para estas empresas es un cambio importante en su relación con la comunidad. Tras la aprobación de la criticada «Ley Uber» del gobierno de la comunidad, ha sido llamativo ver el quiebre entre la comunidad y las VTC. Aunque aún se defiende el espacio que ocupan para la movilidad, con Ayuso marcando la diferencia que existe con la situación del transporte en ciudades que han hecho el esfuerzo de expulsarlas, como Barcelona.
De todos modos, la situación aún puede volver a cambiar. El reglamento aún no se aprueba, y puede haber más cambios. Vale señalar que las VTC madrileñas habían dicho que para poder operar con normalidad necesitaban libertad de subir los precios hasta un 200% por encima de la tarifa base y aunque la comunidad se acercó a sus deseos, originalmente la limitación debía ser de 50% no de 75%, pero no todo lo que deseaban. Al mismo tiempo, es evidente que cambia la realidad para los usuarios.
LAS VTC DE UBER AFRONTAN UNA NUEVA REALIDAD
Por tanto, habrá que esperar para saber quién tiene razón. Lo cierto es que después de la controversia de 2022, los festivales no han contado con este tipo de aplicaciones, como la de Uber, como aliados, aunque asumen que una parte de los asistentes los usara y suele dejar que compartan un espacio especial junto a los taxis para quienes no quieren depender del transporte público, pero tampoco tienen un vehículo propio.
En cualquier caso, antes de los eventos del verano habrá varias pruebas de fuego, en particular las fiestas de San Isidro en mayo. Una vez que se apruebe la medida, habrá que ver estos días para saber si estas aplicaciones tienen razón, aunque casos con limitaciones similares en otros países, como el caso de Portugal, con una limitación 100% de aumento sobre la «tarifa dinámica» aplicada desde 2018.
UBER Y CABIFY MANTIENEN ABIERTA SU GUERRA EN BARCELONA
Mientras se aprueba la nueva medida en Madrid, Barcelona sigue siendo un campo de batalla complicado. La ciudad los ha rechazado del todo aplicaciones como Cabify y Uber, lo que ha hecho de la realidad en esa ciudad complicada tanto para ellos como para los usuarios que necesitan de transporte de puerta a puerta. De hecho, se ha visto lo complicado que puede ser atrapar un taxi alrededor de un festival, o incluso en zonas de gran afluencia cerca del centro de la capital.
En cualquier caso, la situación es especialmente delicada debido a la presión de organizaciones como Élite Taxi. Esta realidad ha hecho de la ciudad condal una metrópoli señalada por detractores y defensores de las VTC por partes iguales, sea para aplaudir su defensa del modelo de negocio de los taxis, o bien para criticar la decisión por las dificultades que genera al reducir las opciones de transporte directo para los usuarios en su día a día.