Tras un proceso que empezó con las protestas de los últimos años de la presidencia de Piñera, y el intento de dos asambleas constituyentes diferentes, una liderada por partidos de izquierda y otra por partidos de derecha, el presidente Gabriel Boric ha aceptado que, al menos en el futuro inmediato, no habrá un cambio en la Constitución de Chile que se aprobó originalmente durante la dictadura de Augusto Pinochet.
Es una noticia sorprendente para quienes han seguido el proceso de cerca. No es solo que Boric haya tenido el cambio a la Constitución de Chile como una de las grandes banderas de su campaña política, sino que desde que la convocatoria de un referéndum constituyente fue la estrategia que el expresidente Sebastián Piñera aplicó para calmar las calles tras las protestas que incendiaron Santiago y varias ciudades del país en 2019 había sido uno de los principales defensores de la necesidad de cambiar el texto.
El primer intento para reformar la Constitución llegó a las urnas en 2022 con un texto redactado por una asamblea liderada por miembros de partidos de izquierda e independientes. Ese texto fue rechazado con el 63% de los votos, lo que fue considerado por analistas como un castigo a los primeros meses del Gobierno de Boric, además de un rechazo a una norma de talante profundamente ideológico que generaba incomodidad en buena parte de la ciudadanía.
El texto rechazado este domingo, en cambio, fue redactado por una asamblea protagonizada por partidos de derechas y contaba con el apoyo del que fuera rival de Boric en las últimas elecciones presidenciales, José Antonio Kast. De hecho, él ha asumido el resultado como una derrota personal. «Una gran mayoría de chilenos ha rechazado la propuesta constitucional que nosotros impulsamos desde el Consejo constitucional», declaró el ex candidato presidencial tras darse a conocer los resultados.
«Fracasamos en el esfuerzo por convencer a los chilenos que esta es una mejor Constitución que la vigente y el camino más seguro para terminar con la incertidumbre política, económica y social», añadió.
Por su parte, el actual presidente ha considerado que tras el resultado, lo oportuno era dar el tema por zanjado: «Durante nuestro mandato, se cierra el proceso constitucional. Las urgencias son otras», dijo Boric antes de agregar que «el proceso constituyente estaba destinado a traer esperanza y finalmente ha generado frustración y hasta hastío en una parte relevante de la ciudadanía, y eso no podemos ignorarlo», señaló.
LA CONSTITUCIÓN DE PINOCHET SOBREVIVE
Esto mantiene la vigencia de la constitución aprobada en 1980, durante la dictadura de Pinochet. Es un texto que ha recibido varias enmiendas en el tiempo, pero que sigue recibiendo críticas al ser uno hecho a medida del mandatario y sus alianzas en el país. Este fue uno de los puntos esgrimidos por Boric al momento de defender ese primer texto presentado en 2022. Al mismo tiempo, se ha hecho evidente que para los chilenos la prioridad no es de donde viene la constitución, sino cómo se aplica.
Al mismo tiempo, el rechazo de ambos proyectos crea dudas sobre cuál de los bandos políticos del país se ve en mejor posición a futuro. Las presidenciales son en 2025, pero es evidente que desde ya hay motivos para poner en duda tanto el favoritismo de Kast como la supervivencia política de Boric, después de todo al pueblo parece no haberle gustado la idea de constitución de ninguno, habiendo preferido la del propio Pinochet.
Mientras tanto el presidente ha querido pasar la página de los dos procesos constituyentes lo más rápido posible llamando a su gabinete a «retomar cuanto antes el trámite legislativo de la reforma de pensiones y el pacto fiscal de crecimiento y distribución más justa de la riqueza, a redoblar los esfuerzos de gestión en seguridad en todas sus dimensiones para ganarle la batalla a la delincuencia, al narco y el crimen organizado, y a emparejar la cancha entre hombres y mujeres y asegurar que los avances que las mujeres han conseguido a lo largo de años de esfuerzo y lucha no sufran jamás retrocesos».
CHILE QUIERE VOLVER A SER EL OASIS DE LATINOAMÉRICA
Por mucho tiempo, Chile fue visto, al menos a nivel económico, como un oasis de estabilidad en un continente permanentemente caótico. Este espejismo se quebró por las protestas de 2019, bautizadas en el país como «el estallido social», pero ahora para el país es clave recuperar esta imagen con la idea de poder seguir atrayendo inversión extranjera e innovación interna. Es cierto que mantener la vieja constitución mantiene algunas desigualdades que causaron las protestas, pero al menos se pueden buscar otras estrategias para enfrentar estas dificultades, más allá de quién haya sido responsable del marco legal donde deben trabajar.