La ultraderecha en Latinoamérica tiene nuevos rostros. En el escenario político de América Latina, una tendencia emergente ha capturado la atención y marcado un cambio significativo en el paisaje electoral: el ascenso de la ultraderecha. Desde figuras destacadas como José Antonio Kast en Chile hasta la sorprendente victoria de Javier Milei en Argentina, la ultraderecha está dejando una huella indeleble en la región.
El autoritarismo y el populismo, junto con una tensión palpable en los sistemas democráticos, se revelan como características distintivas de estos partidos de derecha radical. Los expertos hablan de una fragmentación del espectro político, dividiendo a la derecha convencional de la ultraderecha, y la irrupción de líderes y formaciones que hasta hace poco tiempo permanecían en los márgenes políticos, desafiando el sistema de partidos establecido.
Para muchos, el ascenso de la ultraderecha en América Latina puede estar vinculado a un fenómeno similar al observado en Europa. Mientras las políticas a favor de la población migrante generaron ansiedades y percepciones de pérdida de estatus en ciertos segmentos de la sociedad europea, en Latinoamérica, las políticas a favor de los derechos de las mujeres y la estructura familiar han creado oportunidades políticas para que líderes y partidos exploren y activan sentimientos de temor frente a estos cambios culturales.
En general, la ultraderecha en Europa y América Latina presenta similitudes y diferencias significativas. Ambas comparten posiciones conservadoras en temas como el aborto, el matrimonio igualitario y la educación de género en las escuelas. Ambas también han expresado solidaridad entre sí, respaldando en años anteriores por ejemplo a líderes como Jair Bolsonaro en América Latina y Donald Trump en Estados Unidos.
Sin embargo, las diferencias radican en el contexto y las peculiaridades regionales. En Europa, la derecha radical surge en un contexto donde la socialdemocracia estaba en declive, mientras que en América Latina, crece electoralmente incluso cuando la izquierda tradicional experimenta éxito electoral.
La derecha radical latinoamericana muestra un componente anticomunista más fuerte, influenciado por insurgencias marxistas-leninistas y el uso del terrorismo en la región. Además, la ultraderecha europea tiende a ser más intervencionista en lo económico, mientras que en América Latina, factores como altas tasas de homicidios pueden hacer que propuestas de mano dura ganen aceptación entre la población.
Pero lo cierto es que este fenómeno, lejos de ser estático, representa una nueva y dinámica cara de la ultraderecha en Latinoamérica, desafiando interpretaciones convencionales y señalando la necesidad de análisis de los factores que impulsan el cambio político en la región.
El fenómeno Javier Milei y la singularidad de Bukele. Las caras visibles de la ultraderecha en latinoamericana actualmente
Hasta el año 2023, la política argentina estaba definida por dos coaliciones nacionales, la peronista de centroizquierda y la centroderecha liderada por el PRO. Sin embargo, ambas enfrentaron crisis internas y desafíos económicos, dejando al país en una situación delicada. En este contexto, emerge de manera sorprendente Javier Milei, un economista que, desde 2016, se destacó en programas de debate político con un lenguaje técnico inicialmente. Su ascenso se caracteriza por un discurso radicalmente libertario, anti-Estado y antiélites políticas.
Su estrategia se basa en presentar ideas económicas impopulares como parte de un proyecto de regeneración moral, proponiendo la eliminación de la clase política como solución. Los expertos concluyen que el descontento generalizado ha llevado a un apoyo significativo a Milei. Convertirse en presidente con un programa rupturista en un ciclo democrático y con limitados recursos plantea incertidumbres, especialmente al carecer de mayoría en el Congreso y de apoyo institucional sólido. La perspectiva de una presidencia de Milei refleja el drama que vive la sociedad argentina en medio de la desorganización económica.
En lo que respecta a la evolución de la ultraderecha en El Salvador, aparece de Nayib Bukele, destacando su transformación desde alcalde de un pequeño municipio que se autodenominaba de «izquierda radical» en 2012 hasta convertirse en el presidente de El Salvador con posiciones propias de la ultraderecha. Pero Bukele, a pesar de carecer de compromisos ideológicos firmes, ha adoptado posturas ultraderechistas durante su mandato.
En las décadas previas, la política salvadoreña estaba polarizada entre la derecha de ARENA y la izquierda del FMLN. Bukele, inicialmente vinculado al FMLN, se distanció de la lógica tradicional derecha-izquierda y ganó la presidencia en 2019 con un discurso populista que denunciaba a ambos partidos como corruptos.
A pesar de su origen en la izquierda, una vez en la presidencia, Bukele ha adoptado posiciones propias de la ultraderecha. Aunque diversas organizaciones han denunciado violaciones a los derechos humanos en su guerra contra la delincuencia, el régimen de excepción impuesto por Bukele ha sido popular entre los salvadoreños.
Su maleabilidad ideológica se refleja en estrategias como la adopción del bitcoin y reformas de pensiones, donde utiliza argumentos afines a la centroizquierda según su conveniencia política. Para los expertos, la falta de compromisos ideológicos firmes de Bukele deja abierta la posibilidad de futuros giros políticos, ya sea hacia la derecha o la izquierda, lo que podría definir la evolución del régimen autoritario emergente en El Salvador.
José Antonio Kast María Fernanda Cabal. Otras figuras destacables de la ultraderecha en Latinoamérica
El ascenso de la ultraderecha en Chile, encuentra su expresión más destacada en José Antonio Kast. Inicialmente miembro del partido de derecha tradicional UDI, Kast abandonó el partido en 2016, acusándolo de renunciar a sus principios. Fundó el Partido Republicano en 2019, posicionándose en la ultraderecha con críticas a la Administración y una postura conservadora. Para muchos Kast representa el autoritarismo social en la defensa de políticas de mano dura y la promoción de la sociedad tradicional. Su discurso antiinmigrante y la propuesta de una zanja para evitar su entrada reflejan estas posturas.
Por su parte, en el panorama político colombiano, la ultraderecha se manifiesta a través de figuras como María Fernanda Cabal, senadora por el partido Centro Democrático. Aunque la ultraderecha contemporánea no cuenta con un partido propio de alcance nacional en Colombia, Cabal emerge como una representante destacada de este movimiento, abogando por el conservadurismo moral y el punitivismo penal.
Cabal, se ha posicionado como una heredera del uribismo, enfocándose en discursos de «mano dura», apoyo a las Fuerzas Armadas y defensa del porte legal de armas. Además, ha expresado hostilidad hacia lo que considera de izquierda, criticando el proceso de paz con las FARC y oponiéndose a instituciones de memoria y justicia transicional. La líder ultraderechista también ha destacado por politizar la sexualidad, atacar avances en derechos LGTB y mantener posturas antiinmigración, aunque esta última no ha sido central en su discurso.
Sin lugar a dudas este movimiento de ultraderecha fortaleciéndose en Latinoamérica, en países como Perú e incluso Venezuela, por lo que seguramente seguiremos siendo testigos de muchos cambios en el escenario político de este continente.