Dos de cada tres matrimonios infantiles se producen en los países más afectados por la crisis climática

Dos de cada tres matrimonios infantiles se producen en los países más afectados por la crisis climática, como Sudán del Sur, Burkina Faso, Etiopía, Bangladesh, Mali o Malui. Según se desprende del Informe Mundial sobre la Infancia de Save The Children, aproximadamente el 60 % de las niñas (931 millones) vivirá al menos un fenómeno meteorológico extremo, como una inundación, una sequía o una ola de calor.

Estos desastres pueden dar lugar al cierre de escuelas, con el riesgo que conlleva para las niñas, salir del sistema educativo las aboca a menudo al matrimonio forzado. «Los fenómenos climáticos extremos, como inundaciones y sequías, también implican la pérdida de las cosechas, que se traducen en una disminución en los ingresos de las familias. Y para sobrellevar la situación económica, toman la dolorosa decisión de casar a sus hijas», comenta el director general de la organziación Andrés Conde.

Además, en época de crisis, «la violencia de género aumenta y es probable que las familias decidan no enviar a sus hijas a la escuela u obligarlas a casarse para evitar esa violencia o asegurarse de que otra familia las mantenga», ha detallado Conde.

La investigación ofrece algunos ejemplos del impacto de la crisis climática en el crecimiento del número de matrimonios forzados: en las zonas de Etiopía más afectadas por la sequía y la falta de alimentos, las tasas de matrimonio infantil aumentaron un 119 % en 2022 en comparación con 2021, en Bangladesh, las probabilidades de que las niñas de entre 11 y 14*años contraigan matrimonio se duplican en los años posteriores a las olas de calor extremo, y se ha constatado que un aumento o una disminución del 10*% de las precipitaciones representa un 1% del aumento en casos de matrimonio infantil a nivel mundial.

Estas niñas, que viven en países con los más altos niveles de matrimonio infantil y riesgo climático, se enfrentan, a su vez, a lo peor de la crisis alimentaria actual. «Nuestros padres tienen dificultades para encontrar comida suficiente para alimentarnos. No sólo se destruyen las cosechas, sino que tampoco tenemos dinero suficiente para seguir yendo a la escuela o para recibir tratamiento cuando caemos enfermos», han explicado un grupo de niños y niñas de Madagascar.

Save the Children considera que la acción sobre el cambio climático no es sólo una «obligación moral, sino también legal» para que «los Gobiernos actúen priorizando el interés de la infancia y no dejándola al margen de las decisiones clave sobre este tema, a pesar de ser lo que más afecta a sus vidas, y así será durante décadas».

Las niñas y niños, según Save the Children, quieren ser escuchados por todos aquellos que toman las decisiones que les afectan. «Los políticos lo intentan, pero una cosa es intentarlo y otra hacerlo. Se ocupan antes de temas como economía, territorio y no se ocupan del problema más grande. Te puedes pelear por tu territorio, tu país o tu dinero, pero si hace un calor o un frío que no puedes aguantar, no se puede vivir y el resto da igual», han expresado Enma y Ashley, dos niñas valencianas que colaboran con la organización.

Ante la cumbre del clima COP28, Save the Children hace un llamamiento a redoblar esfuerzos para frenar el cambio climático. «Si se consigue mantener el aumento de la temperatura en 1,5 grados, la exposición adicional de los recién nacidos a las olas de calor durante toda su vida se reducirá en un 45%, en un 39% en el caso de las sequías, en un 38% en el de las inundaciones fluviales, en un 28% en el de las pérdidas de cosechas, y en un 10% en el de los incendios forestales». «Así, en última instancia, el número de matrimonios infantiles reducirá», considera la organización.

La COP28 ya ha conseguido un primer acuerdo para que el fondo de pérdidas y daños esté operativo y ayude a los países en vías de desarrollo a reconstruirse, recuperarse y prosperar del calentamiento global. «Esta cumbre es una oportunidad para que los niños y niñas sean escuchados, aumente la financiación para que niños y niñas y sus familias se adapten a la crisis climática y se limite el calentamiento global a 1,5 grados», concluye Conde.