Aunque parezca excesivo decirlo dos años después aún hay coletazos de las cancelaciones pandémicas en el calendario de conciertos español. Entre estos se incluye la gira de despedida de Extremoduro, primero retrasada tras el anuncio del estado de emergencia y posteriormente por decisión de la propia productora. Aunque Live Nation, encargados de la gira, aseguraron que el motivo eran las peleas internas de la banda entre Roberto Iniesta (Robe) e Iñaki Antón (Uoho).
Esto terminó en un proceso judicial en que la empresa aseguraba que los miembros de la banda fueron demandados. Es que la multinacional asegura que la cancelación era responsabilidad del grupo y además los demandó por difamación. Después de casi un año, el grupo consiguió un veredicto a favor, que además les evitó pagar la difamación, o cubrir los gastos de las devoluciones de las entradas compradas para conciertos que no se realizaron. Esto último es un precedente importante, pues hace a la empresa responsable de explicar a futuro los motivos por los que se cancela un evento si quiere tener alguna ventaja.
Viendo los montos que maneja la empresa, esto hace de Extremoduro el menor de sus problemas. Live Nation está cerca de la producción de eventos como el concierto de Taylor Swift en el Bernabéu o las giras españolas de Olivia Rodrigo y Metallica. Dado que el monto que aseguraban haber tenido que pagar por la cancelación de la gira de la banda extremeña fueron 4.5 millones de euros, es fácil imaginar lo traumática que podría ser una cancelación de un evento de esta magnitud.
En cualquier caso, se trata de un nuevo problema para un monolito de la industria musical que ha estado debajo de algunos reflectores no demasiado agradables. Desde recibir una denuncia pública de Bad Bunny por los problemas de la venta de entradas de sus conciertos en México hasta ser llevados frente al Senado de Estados Unidos por acusaciones de monopolio tras el caos por la venta de entradas en la gira norteamericana de la propia Taylor Swift. Sumado a los escándalos de festivales con los que tienen relación, la lista de problemas no es poca, aunque su tamaño les ha permitido capear el temporal.
Al mismo tiempo, la derrota española es también una de sus primeras derrotas a este nivel en un país de la Unión Europea. Esto es un nuevo mercado en el que deben asumir algo de cautela en el ámbito legal. Es cierto que la circunstancia de Extremoduro es muy particular, un grupo en plena separación que además pausa la gira por una pandemia no es precisamente un problema que asumen todos los días, pero sí que es verdad que los pone en situación de tener que hacer todo para realizar un concierto con tal de evitarse una situación como esta y que además abre las puertas para que en casos de cancelaciones los artistas quieran contar en público su versión.
LIVE NATION Y LOS COMPETIDORES
Para los artistas, sin embargo, Live Nation y Ticketmaster, la empresa de venta de entradas con la que se fusionaron en 2010, siguen siendo la única opción de ese nivel. Es que su presencia en los cinco continentes les permite acceso desde a los artistas más grandes de cada país hasta los emergentes, lo que hace que su red sea extraordinariamente grande y que tengan poder como para apartar de la industria algunas piezas que no les gustan, un tema que grupos como Pearl Jam han denunciado de forma repetida.
Por eso es tan importante que empiecen a tomar espacio otras productoras que ocupen lugares importantes de la industria o plataformas alternativas de venta de entradas como Wegow, que han ganado espacios en el país y en otros lugares del mundo. De hecho, con esta última trabajan festivales como el Primavera Sound o el Azkena Rock.
OTRAS CRISIS DE LIVE NATION EN ESPAÑA
Lo cierto es que este mismo año Live Nation tuvo que lidiar con señalamientos por lo desastrosas que fueron las gestiones en la venta de entradas de eventos como el concierto madrileño de Blink-182 o el de Beyoncé en Barcelona.
A esto se le puede sumar la decisión de bombardear las fechas cercanas al Primavera Sound de Madrid de otros eventos de gran magnitud y para públicos similares, como fue el caso del concierto de Guns N’ Roses en Madrid. Son estrategias que se pueden permitir por su tamaño, que hace que sus derrotas legales sean fáciles de celebrar.